Por Ricardo Pascoe Pierce
El mundo nos mira
En fechas recientes han salido varios estudios sobre el desarrollo de México y su democracia, desde distintos puntos de vista
Un dato que no debiera sorprender a nadie: el mundo globalizado está ultraconectado. Por tanto, todos ven lo que los otros hacen. Y México no es la excepción.
En fechas recientes han salido varios estudios sobre el desarrollo de México y su democracia, desde distintos puntos de vista. En un caso, el Barómetro Regional de Datos Abiertos para América Latina y el Caribe 2020, elaborado por Iniciativa Latinoamericana por los Datos Abiertos, señala expresamente a México como un país que, a raíz de su nuevo gobierno de López Obrador, ha retrocedido en materia de datos abiertos.
“Países que eran percibidos como líderes han perdido ese liderazgo debido a la discontinuidad de sus políticas o recursos para las mismas, como ha sido el caso de México, nación que ha experimentado una caída en el barómetro.”
“En general, la administración de Andrés Manuel López Obrador publica menos información y menos datos”. El Barómetro señala que la región ha mejorado “marginalmente” en las tres áreas que califica: preparación, implementación e impacto. En el caso de México, el país cayó sustancialmente en todos los segmentos.
México cayó del primer lugar en 2018 a quinto lugar en 2020, habiendo abandonado la política de apertura de datos, para priorizar una política de compra de TIC para fortalecer su infraestructura tecnológica.
Otro estudio, el Índice de Capacidad de Combatir la Corrupción 2020, preparado por la Americas Society y el Council of the Americas, confirma que la pandemia de covid-19 ha tenido el efecto de profundizar la corrupción en América Latina, tanto de agentes económicos como políticos. Afirma que se ha visto cómo determinados países han eliminado o severamente debilitado sus órganos anticorrupción, ya sea cancelando su cara legal como instituciones autónomas e independientes de las autoridades políticas. De igual forma, han debilitado los sistemas de procuración de justicia y a las fuerzas de seguridad encargadas de asegurar el respeto al Estado de derecho.
El estudio menciona a México como uno de los países que ha debilitado sistemáticamente a sus órganos autónomos de lucha contra la corrupción. En el caso de México, la lucha contra la corrupción se limita a nivel declarativo del Presidente, mientras él aleja la posibilidad de crear instituciones democráticas capaces de frenar la corrupción al retirarles todo presupuesto para ser instancias funcionales. No las elimina, simplemente las reduce a un estado vegetativo.
En lo que se refiere al sistema de procuración de justicia y las fuerzas de seguridad, la estrategia, en ambos, ha sido aplicada una política de subordinación por vía de la compra de voluntades que refuerza acciones interesadas de los actores, no necesariamente apegadas a derecho.
Coloca a México en el escalón de los países que retroceden abiertamente en sus compromisos con el combate a la corrupción.
En otro orden de cosas, el Congreso de Estados Unidos acaba de publicar un estudio sobre el crimen transnacional en América Latina. En lo fundamental señala a México como el epicentro del trasiego de droga en la región. Y en el transcurso del estudio permea la idea de que el actual gobierno federal mexicano tiene compromisos “inconfesables” con algunos cárteles como Sinaloa y CJNG. Pone como ejemplos los públicamente conocidos como la liberación del hijo del Chapo, el saludo a la mamá del Chapo y la liberación del general Cienfuegos en México sin acusaciones penales en su contra. La nueva ley que limita la acción de agencias estadunidenses con los cárteles en México solamente viene a reforzar la convicción de que el mismo Presidente de México tiene acuerdos con el crimen transnacional. En ese sentido, volverá a algunos capitales del mundo la discusión sobre qué hacer con un México convertido en un Estado fallido.
El mundo nos está mirando y no le gusta lo que ve venir.