Rubén Moreira Valdez
Karl Barth, (Basilea, Suiza, 10 de mayo de 1886- Basilea, Suiza, 10 de diciembre de 1968) fue el hijo mayor de Fritz Barth, un profesor de teología, y Anna Sartorius.
Entre sus antepasados se encontraban varios teólogos, entre ellos Johannes Burckhardt y Heinrich Bullinger. El primero, su bisabuelo y el segundo, uno de los reformadores más importantes en la iglesia protestante del siglo XVI y sucesor de Ulrico Zuinglio.
Barth vivió su niñez en un ambiente donde el estudio de la religión era importante. En su juventud conoció sobre la Prueba de Dios y la doctrina de la inspiración verbal. Tomás de Aquino fue una lectura obligada en su juventud.
En 1902, decidió vivir para la teología. A partir de 1904 estudió la mayor de las ciencias en las Universidades de Berna, Berlín, Tubinga y Marburgo. Fue alumno de grandes intelectuales como Adolf von Harnack y Julius Kaftan.
En 1909 se hizo pastor calvinista y atendió la iglesia de Safenwil, Suiza, de 1911 a 1921. Apoyó a los obreros de las fábricas textiles que luchaban contra los bajos sueldos y las malas condiciones laborales. Por esos años se acercó a los socialistas y con ello provocó que los “riquillos” de la zona le acusaran de ser un agitador popular. En 1913 se casó con Nelly Hoffmann, una violinista que dejó la música por él y a la cual se dice engañó.
Al iniciar la Primera Guerra Mundial, 93 intelectuales alemanes, entre ellos varios maestros de Barth, emiten un comunicado en apoyo a Guillermo II y la política militar del régimen. El joven pastor reacciona de inmediato y se aleja de la teología liberal.
Lo acontecido le impacta de tal manera que participa en la formación de una nueva e influyente corriente de pensamiento teológico.
En 1916 comenzó a trabajar en Comentario a la Carta a los romanos, que fue una sacudida para la adormecida teología de aquellos días. Uno de los ejes de la obra es la fascinante y dura conclusión: Dios es el totalmente otro, y, por lo tanto, imposible de conocer por el hombre.
Entre los años de 1921 y 1935, Barth se desempeñó como profesor de teología en Gotinga, Münster y Bonn. Fue, además, un fuerte crítico de Hitler y de la iglesia alemana que tenía cercanía con el dictador. Su posición lo obligó a escapar a Suiza, allí se contrató como profesor en la Universidad de Basilea, donde laboró hasta su retiro en 1962.
Barth dedicó cuarenta años a su Dogmática eclesial (1927-1967). Catorce tomos con más de diez mil páginas. Su tesis principal: Dios es Dios, pero es Dios para el mundo; El mundo es mundo, pero amado por Dios, y Dios se encuentra con el mundo en su Palabra: Jesucristo.
De Barth, el papa Pío XII dijo que era el mejor teólogo cristiano después de Tomás de Aquino. En 1962, la revista Time le dedicó una portada y en 1986 la oficina de correos alemana un timbre postal. En 1968, la Academia de la Lengua y Literatura le otorga el premio Sigmund Freud. En Europa, el intelectual de la teología no tiene dificultad para ser reconocido por la ciencia y la política.
Barth se rebeló contra dos dictadores que, para legitimar sus narrativas, intentaron apropiarse de Dios. A menudo, y por desgracia, a muchos políticos se les ocurre invocar a las divinidades para justificar sus acciones perversas.