Por Expansión
La Prensa
La captura de uno de los fundadores del Cártel de Sinaloa, Ismael «El Mayo» Zambada, afectará la cooperación antidrogas entre México y Estados Unidos, que marginó a su vecino del operativo, y seguirá atomizando el negocio del narcotráfico, señalan analistas.
En medio de dudas sobre si «el capo de capos» se entregó o fue traicionado por sus socios, los presidentes Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador destacaron este viernes la captura del legendario traficante de 76 años, quien nunca había puesto un pie en la cárcel.
Zambada fue detenido el jueves junto con Joaquín Guzmán López (38 años), uno de los hijos del encarcelado Joaquín «El Chapo» Guzmán, tras aterrizar en avión privado en un aeropuerto de El Paso, Texas).
La aeronave partió de la ciudad de Hermosillo rumbo a un aeropuerto vecino de El Paso con el piloto y otro tripulante. Se ignoran las circunstancias en que abordaron los capos.
Mike Vigil, veterano agente de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) asignado a México en distintos períodos desde la década de 1970, considera que «es muy probable» que Zambada haya sido entregado por el hijo del Chapo, que le habría hecho creer que irían a revisar pistas aéreas clandestinas, como señalan medios estadounidenses citando fuentes oficiales.
Las autoridades mexicanas no fueron informadas, según López Obrador, quien pidió un «informe completo» a Estados Unidos sobre el arresto para que haya «transparencia».
El mandatario aclaró que no hay «desconfianza», aunque la cooperación ya se había debilitado tras el fugaz arresto en Los Ángeles del exsecretario mexicano de Defensa Salvador Cienfuegos por supuestos vínculos con el narcotráfico.
Relaciones «muy dañadas»
Cienfuegos fue liberado a inicios del año 2021 por un acuerdo entre ambos gobiernos pero, tras el incidente, López Obrador impulsó normas que limitaron el trabajo de agencias de seguridad extranjeras como la DEA, a la que acusa de haber fracasado en su estrategia antidrogas.
«Las relaciones ya están muy dañadas. No creo que se puedan dañar más», dijo Vigil a la agencia AFP.
Esta situación conlleva un «alto costo» para Estados Unidos, pues «estamos frente a problemas que solamente se pueden solucionar si ambas partes colaboran», señaló, por su parte, a la AFP Falko Ernst, analista para México del International Crisis Group.
López Obrador acusa a la DEA de estar detrás de publicaciones «calumniosas», difundidas en medio de la reciente campaña presidencial, que mencionaron una supuesta reunión de un colaborador suyo y Zambada antes de asumir el poder en 2018.
Por su parte, la DEA sostiene que «hay mucho más trabajo por hacer» desde México para enfrentar a los cárteles responsables de la producción de fentanilo, potente opiáceo que mata anualmente a decenas de miles de personas en Estados Unidos.
Vigil estima que Washington se abstuvo de informar a México para no poner en riesgo la operación, precedida –según él– de conflictos entre Zambada y una facción del cártel de Sinaloa liderada por otros dos hijos del Chapo, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán.
«Si se informa a México, esa información se puede comprometer en un minuto», sostuvo.
Atomización y violencia
López Obrador es acusado por sus adversarios de pasividad frente al narcotráfico, al promover una política que plantea atacar las raíces del problema, como la pobreza, antes que la guerra.
Pese a ese enfoque, cuyo eslogan es «abrazos, no balazos», México acumula más de 450,000 asesinatos y unos 100,000 desaparecidos desde que en 2006 se declaró la guerra al narco con participación militar.
No obstante, la embajada de Estados Unidos en México reconoció este viernes que durante el gobierno de López Obrador, que finalizará el 1 de octubre, han sido extraditados importantes capos como Ovidio Guzmán, también hijo del Chapo, a su vez condenado a cadena perpetua en el país vecino.
Como suele ocurrir tras la captura de los barones de la droga, la de Zambada, una figura respetada en el bajo mundo, generará una fragmentación mayor del crimen organizado, advierte el experto de Crisis Group.
«Según nuestros cálculos, en este momento hay unos 200 actores armados» en México, detalla Ernst, para quien esta atomización complica todavía más el control del tráfico.
Aunado a ello, es de esperarse un recrudecimiento de las guerras entre facciones del cártel de Sinaloa y de éstas contra grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que intentarán capitalizar dicho resquebrajamiento, añade el investigador.