Argentem, la chicanada
Sebastián Gómez
“El primer engaño será culpa tuya; el segundo, culpa mía”. Proverbio árabe.
Argentem Creek Partners, brokers financieros que “ayudados” por el gobierno federal fracasaron en captar capital para reactivar AHMSA, ahora mienten y manipulan para tratar de salvar sin costo la tajada de la empresa que asumieron al comprar deuda chatarra.
El tiempo, ese implacable tiempo, a su paso va descubriendo verdades y en este caso, por filtraciones federales e infidencias de sus propios abogados, hoy se sabe que fue solo un cuento chino la muy cacareada inversión oriental, que como medicina milagrosa permitiría pagar a empleados y obreros, una pizcacha a acreedores y poner en marcha los equipos.
No llegó un solo dólar de los mil 700 millones anunciados por Argentem, que serían la panacea. Solo les sirvió para mantener engañados y ganar tiempo ante trabajadores y proveedores. Incluso, a los directores y técnicos, que pasaron meses construyendo castillos en el aire, mientras los dos nuevos ejecutivos cobraban salarios y bonos millonarios vendiendo propiedades o materiales de la empresa.
En estricto, los chinos visitaron las instalaciones y vieron su potencialidad, pero ya ciscados con malas experiencias en México, solo accedieron a suscribir a regañadientes una discreta carta de intención, sujeta a un sinnúmero de condicionantes.
El principal, aceptación de su presencia por el gobierno de López Obrador y seguridad para la inversión, lo que tuvo como primera respuesta una típica maniobra ladina, al asegurar a través de la Secretaría de Hacienda eso y más, como facilidades para las deudas fiscales y con las empresas del Estado. Mientras, en lo oscurito inventaron un crédito fiscal de 3 mil millones de dólares, que a los asiáticos los hizo poner reversa definitiva.
Estados Unidos puso sus propios clavos en el cajón mortuorio al cerrar por vía arancelaria el ingreso directo e indirecto de acero chino al TLCAN, lo que obligó a López Obrador a encarar el costo industrial de su arremetida contra AHMSA. Para enfrentar el déficit nacional, rogó a Washington que libere de la barrera al acero brasileño.
La tierra sobre el féretro la puso Trump, posible y temible presidente por segunda vez, que lleva entre sus principales banderas mantener doblegado al nuevo gobierno de México, redefinir el tratado trinacional y evitar aquí factorías controladas por el gigante asiático, interesado en exportar indirectamente al norte cobijado en el acuerdo comercial.
Sin sustento financiero y con tiempos ineludibles marcados por la Ley de Concursos Mercantiles, el grupo comandado por Daniel Chapman salió a matacaballos en búsqueda de otras fuentes de inversión, aunque en todos los casos los pasivos laborales y financieros se situaron como barrera de desaliento para cualquier interesado.
Ante el fracaso, abandonaron el quimérico plan de rescate y restitución de la gran siderúrgica, para pasar soterradamente a definir su futuro dentro de la quiebra, a fin de
liberarse de la pesada carga de las deudas, principalmente pago a trabajadores y acreedores, carga que deberán llevar el síndico y la juez del concurso mercantil.
Lo gestionan con interesados menores para comprar barato los equipos más funcionales y de menor requerimiento de inversión, a fin de crear una nueva mini siderúrgica. Aún no lo han logrado y siguen mintiendo al señalar que hay cuatro interesados y se sumarán más.
En el maquiavélico plan, obreros, empleados y acreedores generales son convidados de piedra, a los que buscan mantener apaciguados porque una movilización de su parte atenta contra el plan que los de Argentem denominan “convenio concursal dentro de la quiebra”, eufemismo que se suma al de una “liquidación ordenada”.
Las mismas fuentes federales confirmaron que los abogados de Chapman en Ciudad de México están buscando adquirir los mejores equipos a través de una licitación privilegiada. A esa intentona se oponen -hasta ahora- el actual conciliador y eventual síndico, Víctor Manuel Aguilera, y la juez a cargo del concurso, Ruth Haggi Huerta.
El 5 de agosto ellos asumirán la administración del féretro y, de concretarse la chicanada, tendrán que enfrentar con mínimos recursos el enojo de trabajadores, que si bien les va recibirían una miseria, y de los acreedores, para los que no habría nada.
Tanta seguridad han dado sus abogados a Chapman acerca de que finalmente lograrán la venia de las nuevas autoridades federales -en torno de lo cual se han movido también los “Julio regalado”-, que para estructurar la nueva “empresita” Argentem incluso ha contratado directamente a algunos ejecutivos de segundo nivel de lo que era AHMSA.
En paralelo, otro abuso: buscan que jueza y virtual síndico autoricen contratar un nuevo crédito respaldado por los esqueletos de la empresa para “gastos indispensables”, que no es sino más de lo mismo, seguir pagando millones a sus abogados y ejecutivos. Doble ganancia, a posteriori ese préstamo -usado para beneficio de ellos-, el banquero que ya es acreedor lo convertiría en aportación a la nueva sociedad y minaría más la capacidad de pago.
Chapman y los suyos argumentan que favorecerlos con una venta arreglada aminoraría el impacto negativo de la bancarrota, al permitir en unos meses el inicio de actividades a partir del horno eléctrico y unidades de laminación, con la recontratación de un mínimo de personal, para ir creciendo progresivamente.
Ese es el engañoso discurso que han presentado tanto a nivel federal como al gobierno estatal e incluso a la desorientada representación obrera. Su problema es que han mentido tanto que ya nadie les cree.
En la cruda realidad, la “liquidación ordenada” deja a trabajadores y proveedores como principales víctimas. Deberán enfrentar un abismo de hechos consumados e irreversibles, mientras, de fracasar la intentona de Argentem y aprovechando imprecisiones legales, los acreedores garantizados seguramente buscarán en tribunales colocarse por delante, lo que augura un pleito de años.
Para empleados y obreros, adiós a sueños. La bilis de López Obrador fue el terremoto y el engaño de Argentem es el tsunami, porque sea venta privilegiada o como fierro viejo, será mínimo lo que se capte, insuficiente incluso para pagar los tres meses de salario y los 12 días por año para quienes tengan más de 15 de antigüedad, máximos marcados por la Ley Federal del Trabajo. Peor para los extrabajadores con liquidaciones pendientes.
Y no solo desaparecerán los derechos contemplados en los contratos colectivos de los obreros y los beneficios de los empleados; además, con la ineludible entrada en quiebra, perderán la atención en el IMSS y los que tengan deudas con INFONAVIT, de no pagar, verán requisadas las viviendas.
Así lo marcan las normas en ambos casos y así se lo han adelantado los dos institutos a los todavía funcionarios de la empresa y al conciliador, que ya patina en aceite argumentando que la quiebra no es tan mala. Quizás para el…
Ante este cruel escenario, que al menos debió prever la representación obrera como posible desde hace meses, sino años, resulta patética su paquidermia. Nunca utilizaron la fuerza de su masa de agremiados para una real presión ante el gobierno federal, gestor directo de la crisis, y recién con la soga apretando el cuello piensan en una demanda colectiva que debieron emprender antes de tragarse meses de mentiras.
La situación es explosiva y en el Gobierno de Coahuila crece la preocupación ante el previsible agravamiento del problema social, dado que, si bien correspondería al equipo de López Obrador enfrentar los resultados de la bilis de su jefe, ellos están en Ciudad de México desocupando oficinas o tratando de acomodarse en la sucesión, mientras la ira estallará aquí y golpeará directamente en Palacio Rosa.
Es lógico que Argentem busque salvar lo que tenía y es usual que en el mundo de los grandes negocios se reserve la información de planes e intenciones, pero lo que no es lícito ni honorable es que se mienta como lo hace el grupo de Chapman, porque el engaño además de vergonzoso los desnuda en sus miserias.