Por más que pudieran existir argumentos, que apoyen la hipótesis de que AHMSA en algún momento pudo haber sido robada a los mexicanos, jamás podrá ser utilizada como excusa sacrificar a una comunidad
Por: Héctor Garza Martínez
A toda decisión, una consecuencia. Esa consecuencia es la que en materia de gobierno llamamos “costo político”, que es el daño y el perjuicio que carga la sociedad, por la decisión del que gobierna. (No es la imagen del político nada más, la que se daña)
El haber tomado la decisión de convertir en una quimera la frase “regresaré al pueblo lo robado” y en avivar la sed de venganza, dejó un daño impresionante en nuestra sociedad, la que menos tenía para perder, y la que más perdió…
No podemos dejar de recordar lo qué pasó cuando hubo un desabasto de medicamentos y quimios en instituciones de salud pública en el país, que pudo haber provocado la muerte de miles de niños y padres de familia. Se tomó la decisión de atacar a las mafias del poder en esas instituciones y corrimos con la consecuencia de no haberlo hecho de manera profesional.
¿Y que nos regresó?… ¿lo robado o lo desvencijado?
El caso AHMSA es la viva imagen de lo que una decisión puede causar. Las causas no sólo se pelean, también se planean, y se generan estrategias para llegar a buen fin.
Por ello cuando la causa no es legítima, <<como en este caso>> que proviene de una venganza, más que de una bienaventuranza, consecuentemente no puede llegar a buen fin, lo que nos regresaron en realidad fue un daño y un perjuicio que en algún momento la sociedad se los demandará.
Por más que pudieran existir argumentos, que apoyen la hipótesis de que AHMSA en algún momento pudo haber sido robada a los mexicanos, jamás podrá ser utilizada como excusa sacrificar a una comunidad para lograr el objetivo de regresarle al pueblo lo robado mediante una estrategia apócrifa.
La historia se contará por siglos, Monclova seguirá cumpliendo años, generaciones pasarán, y Monclova seguirá creciendo y luchando por ser siempre una ciudad de vanguardia, una ciudad cálida y tranquila, con nuestro orgullo bien puesto en nuestro terruño, porque así tenemos tatuada el ave fénix en el corazón, estamos resurgiendo.
Pasamos a la quiebra… no es el fin del mundo, hay que estar tranquilos, pues estamos en las manos de Dios.