Por: Luis Alfonso Valdés Blackaller
(Sacado de la Hemeroteca de la UNAM, de varias publicaciones de esa época)
En mayo del año de 1879 se dio a conocer la noticia de que después de ocho meses de investigación y peregrinación por el desierto, Don Néstor Arreola, vecino de Mapimí, descubrió unas minas de plata en la Sierra Mojada en el Bolsón de Mapimí. La veta encontrada era de 1.5 ~ 2 leguas de largo (aprox. de 6 a 8 km), y un ancho de 28 a 30 varas (25 ~ 27 metros). Los primeros ensayos arrojaron que el mineral era muy rico, y que rendía de 12 a 50 marcos de plata por carga, lo cual era muy alto para la mayoría de las minas de ese tipo.
Esa noticia provocó una fiebre por la plata que llevó a buscar fortuna a muchos empresarios, mineros, comerciantes, trabajadores, carretoneros, aventureros y aventureras, etc. Un lugar que por muchos años había sido refugio de indios apaches y comanches, que lo utilizaban para hacer sus entradas a atacar las poblaciones de Chihuahua, Coahuila y Durango, en poco tiempo se convirtió en una población de 5,000 habitantes.
En octubre 8 de 1979, se publicó en el diario “La Libertad” de la Cd. de México, un romance un poco hilarante, referente a la fiebre que ese descubrimiento había provocado. Su autor solamente lo firma como “Fidel”
Esta de holgorio la tierra
Esta de buenas la patria
Se desatan las riquezas
En copiosas cataratas
En cordilleras inmensas
Que son la Sierra Mojada
Allí las yerbas son de oro
Las montañas son de plata
Los pesos nublan los aires
Como de tordos parvadas
Y las talegas cual canes
Abriendo sus bocas anchas
A cualquiera que va pasando
Con ímpetu se abalanzan.
En marcha los de Inopia
Tristes y mártires parias
Huérfanos del presupuesto
Brujos y brujas en marcha,
Preparad las comitivas
Alistad las caravanas.
Ya México se despuebla,
Quedan desiertas sus plazas…
Y con los brazos abiertos
Se ve la Sierra Mojada.
Viudas, residuos del sexo
Ex bellas, mustias hilachadas,
Volad en pos de esas sierras,
Juventud os den sus platas;
Valientes que estáis bramando
Del Depósito en la jaula,
Corred que allí ni se mientan
Las quincenas atrasadas
Periodistas furibundos
Que os asestáis dentelladas,
Lo mismo por los principios
que por las dudas de gramática,
Y a quienes pícara envidia
os suele herir como espada,
como muchas de esas furias,
como muchas de esas rabias
tiene, según mis informes,
hambre y sed de buscar plata….
Paz y marchen como amigos
Juntos a Sierra Mojada.
Doncellas incombustibles
Sin salida y sin demanda
Que al recogimiento asidas
O de la virtud colgadas,
Esperáis una fortuna
Para calmar vuestras ansias,
por pobres desconocidas
O por feas desahuciadas.
Poneos en romería
Que en medio de aquella frasca
El amor está de moda
Y hay quemazón de tarascas.
Osos consuetudinarios,
Ejemplos de la constancia
Ceborucos de suspiros,
contrabandistas de cartas
Del aguador seductores
Esclavos de las ancianas;
Billetes aproximados
De bodas siempre frustradas,
Porque no os dan un destino
De gendarme ni de guarda,
Ni de sobrestante de obras
Ni de correos o aduanas;
Porque no os protege un héroe,
Porque no os abonan faldas,
Porque las perras viruelas
Invalidan a la hermana,
No vaciles, marchad pronto,
Partid a Sierra Mojada,
Decid a vuestros ingleses
de desvalidos parvada,
nada de presentaciones
ni de recibos ni fianzas,
vamos a salir de penas,
vámonos a Sierra Mojada.
¿Para qué pronunciamientos?
¿A qué averiguar quién manda?
¿Ni quiénes son candidatos
¿Para la próxima hornada?
¿A que si el Sánalo todo
se encuentra en Sierra Mojada?
Veréis el zócalo escueto
Y las cantinas cerradas,
Trunco nuestro ayuntamiento
Y sin quorum nuestra Cámaras,
¡Que dicha! Y sin patrioteros
Que nos cuenten sus hazañas.
Ya no hay divorcios. -quien tenga
la familia hecha maraña,
Está el remedio a mano,
Un viaje a Sierra Mojada.
Y bien, ¿Por qué no despejan
los que en palacio arman plaza,
Y nos preparan ardientes
tremebundas zalagardas?
No despejan porque dicen
Con su lógica atinada
¿a qué pasar los desiertos?
¿A qué trepar las montañas?
¿A qué desafiar los bandidos
y sufrir malas pasadas?
¿A qué?… cuando para muchos,
Palacio en sus dos entradas
abunda en placeres de oro
y es una Sierra Mojada.
¿Y el Palacio de Justicia?
¿Las Aduanas y las Cámaras?
¿No son fecundos veneros
hasta de acuñada plata?
Compañeros de infortunios:
Por las peleas pasadas
Vamos con Siliceo,
Vámonos a Sierra Mojada
Por: Luis Alfonso Valdés Blackaller, con apoyo de socios Arqueosaurios A.C. (1997) ~ Luis Alonso Armendáriz Otzuka, Arnoldo Bermea Balderas, Juan Latapi O., Francisco Rocha Garza, Oscar Valdés Martin del Campo, Willem Veltman, y Ramón Williamson Bosque.
Envíanos sus comentarios y/o preguntas a: [email protected]