Milenio
El mismo martes que el Ministerio de Exteriores de España publicó un breve comunicado en el que el Gobierno informaba que había decidido no enviar a ningún representante a la toma de posesión de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, por excluir en la invitación al rey Felipe VI, el ministerio encabezado por José Manuel Albares protestó formalmente ante el Ejecutivo mexicano.
De acuerdo a El País, en el escrito se subrayó que el rey “es el jefe del Estado y, en calidad de tal, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales”.
El texto destacó la intensidad de las relaciones bilaterales entre los dos países y “aconseja que las relaciones institucionales se desarrollen al más alto nivel” y recordó que Felipe VI ha asistido a anteriores tomas de posesión, incluida la del actual mandatario, Andrés López Obrador, en 2018”.
La nota verbal, que en realidad es escrita, añadió que “en un acto de tanta trascendencia para el pueblo de México, España debe estar representada por su jefe de Estado, demostrando la voluntad mutua de avanzar en beneficio de nuestros pueblos hermanos, con la mirada puesta en un futuro común de prosperidad compartida”.
Siempre en lenguaje cordial, el escrito concluyó que “agotados todos los cauces para transmitir respetuosamente el nivel de representación que corresponde a España, […] no habrá ninguna representación del Reino de España en la Transmisión de Poder Ejecutivo Federal en Ciudad de México”, el próximo 1 de octubre.
El mismo martes ya casi a la medianoche, Exteriores dio a conocer un breve comunicado en el que calificaba de “inaceptable la exclusión” del monarca a la toma de posesión de y anunciaba que España no participaría en la misma “a ningún nivel”.
Al día siguiente, desde Nueva York, el presidente español, Pedro Sánchez, expresó su “enorme tristeza porque dos pueblos hermanos, por el interés político de alguno, no podamos tener las mejores relaciones entre los pueblos y entre dos gobiernos progresistas que compartimos valores y probablemente políticas”.
La invitación del Gobierno de México fue enviada en julio al presidente Sánchez, pero como excluía al rey el Ejecutivo socialista dio por “no recibida” la carta.
El último intento para convencer al Gobierno de México de que cambiaran al destinatario de la invitación fue una llamada de Sánchez a Sheinbaum, sin éxito.
De hecho, el miércoles el presidente español dio a entender que había hablado con Sheinbaum pero aclaró que no iba a desvelar conversaciones de carácter privado.
Claudia Sheinbaum explicó el mismo día que no invitó al rey de España porque el monarca no respondió a la carta enviada por López Obrador en la que le solicitaba pedir disculpas por los excesos cometidos durante la Conquista, hace 500 años.