Por Excélsior
La Prensa
El 4 de octubre de 2023, Estefania llegó a Palestina siendo una, pero, como cualquier protagonista de una buena novela, volvió a México como una mujer distinta, y cómo no, si tres días después de su llegada a Cisjordania le estalló una guerra en la cara.
Esa chica que arribó callada, observando a todos, temerosa de no entender esa nueva cultura, el idioma, completamente sola tuvo que mirar a los ojos a una realidad violenta que aqueja a Oriente Medio desde hace muchísimos años.
«Sigo en shock. Como muchas personas en Palestina, pienso que nadie imaginó que llegaría a un año y mucho menos que escalaría a un nivel de genocidio y de invasiones a varios países del Oriente Medio”, narró Estefania Vega, artista y activista mexicana a Excélsior.
Si de por sí la vida ya era pesada para los palestinos, desde el 7 de octubre del año pasado lo es más: las universidades han cerrado; la gente en los campos no puede cosechar o atender a su ganado, tan sólo el tener un negocio, hacer arte, en todos los ámbitos, desde el más pequeño al más grande, todo se ha modificado”.
Hace un año, Israel respondió a una agresión del grupo propalestino Hamás que dejó mil 205 fallecidos en el sur del país hebreo, además de 251 rehenes. Su milicia inició agresiones en la Franja de Gaza, donde gobierna Hamás, pero también en Cisjordania, territoriopalestino.
Fue justo ahí, en Ramala, que Estefania padeció los estragos de la guerra. “Fueron noches terribles, de persecución, noches largas de vela, nos dividíamos para vigilar, pero eso lo viven los palestinos siempre, ellos necesitan constantemente la presencia internacional para poder vivir, imagínate, las 24 horas del día ocupar que alguien externo esté en tu casa para tratar de que no te agredan las fuerzas de Israel, e incluso así no es seguro que estés a salvo”.
Estefania vivió momentos terribles, hincada, con un arma israelí apuntándole a la cara, perseguida por su activismo. “A seis meses de haber vuelto, ahora soy consciente de que me pudieron haber matado y nada hubiera pasado, nada iba a cambiar, en ese momento sí pensé en mi madre, en mi familia y sí, lo volvería a hacer y de la misma forma”.
En febrero pasado, Estefania volvió a México por el final de su visado, pero, si ella pudiera, “regresaría mañana mismo. Estuve también en Jordania, en el Líbano, ahí hice amigos, uno de ellos me contó que, tras el ataque a Beirut, le destruyeron su casa; él estaba en el trabajo, pero lloré mucho y en esos momentos te quedas sin palabras. Quisiera abrazarlo, pero la lejanía es muy difícil”.
Aunque uno siempre cuenta la tragedia, la nostalgia siempre busca el recuerdo fraterno. “También pasé noches sumamente bellas, llenas de mucho amor que me daba la gente de las comunidades, yo me sentía en familia, jamás me sentía sola, me sentía en casa. Palestina es vida, es amor, no podría describirla de otra forma, tanto el que yo siento por esa nación, como el que ellos le brindan a la gente”.
A un año de guerra, la activista piensa que el escenario ideal sería un Estado palestino, “con sus leyes, con sus derechos, con algo que les proteja, pero, además, con una cláusula muy grande para que los palestinos del 48 regresen a sus casas”.
Asimismo, reflexiona sobre la niñez, con la que tuvo cercanía en su estancia en Palestina: “Como humanidad les vamos a estar en deuda toda la vida, no hemos hecho absolutamente nada para que esto pare, esas infancias van a tener traumas para toda la vida, y no sólo ellos, sino sus hijos, porque se transmite ese dolor, les vamos a estar eternamente en deuda”.