Reforma
Cinco años de un «calvario» burocrático, de sospechas de corrupción y de separación familiar desembocaron en que el hijo menor de Javier Olivares Villarreal terminara ilocalizable en manos del DIF Zapopan.
Cuando en 2019 su esposa falleció, él peleó por la custodia de sus tres hijos, la cual asegura que, injustamente, le fue concedida por la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (PPNNA) de Zapopan a los abuelos maternos, a pesar de que ellos se habían llevado a los nietos sin autorización.
Documentó maltratos físicos y psicológicos en los tres niños varones.
El Décimo Primer Juzgado Especializado en lo Familiar determinó que el domicilio de Javier era el adecuado para el resguardo de los niños. En el expediente PD078 de 2019 se notificó la situación al DIF Zapopan.
Los abuelos negaron su entrega. Después, el padre fue citado por una funcionaria de la PPNNA, quien le hizo una extraña recomendación.
«Me dice ‘cierre la puerta al entrar y deje su celular afuera’; perfecto, entro yo y en un tono de voz más bajo me dice: ‘mire, yo le voy a recomendar una abogada para que usted lleve el asunto’. Se me hizo raro. (…) Voy con esa abogada y me dice: ‘yo te cobro 50 mil pesos por cada niño recuperado'», reveló.
Por ello, Javier presentó la queja 7292/2019/II ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, pero al poco tiempo le advirtieron que debía desistir para continuar el proceso de reintegración familiar. Él accedió.
En una maniobra logró reintegrar a los dos niños mayores, pero el pequeño permaneció con los abuelos. Con el tiempo, se comprobaron maltratos y giraron orden de aprehensión contra los tutores, quienes por su edad continuaron el proceso en libertad.
El menor, quien tenía un año cuando comenzó el problema y hoy está por cumplir siete, fue enviado a Ciudad Niñez; Javier buscó la custodia, pero lo reubicaron con una tía materna mediante supuestos engaños.
«Me dicen: ‘mire, firme aquí para reubicar el menor. Me llama la atención que no me muestran totalmente el documento, nada más firmé y, a la hora de firmar, me descubren el documento que era para reubicarlo con una hija de la abuela. Es totalmente inverosímil cómo se lo quitaste a la abuela para dárselo a una hija de la abuela, estando el papá», expresó Olivares Villarreal.
Con ella residía cuando, hace tres meses, le notificaron al padre que el pequeño está ilocalizable. Entonces se enteró que la tía, por trabajo, pasa una temporada del año en Canadá y, además, tiene mala fama entre los vecinos.
«Voy a PPNNA y (les comento) está así y así la situación y me dice: ‘pues ¿y qué quiere que hagamos?’. Pues dónde está mi hijo y me responde la trabajadora social: ‘pues dígame, usted es el papá'», relató Javier.