El sacerdote fallecido hace 19 años, fue exhumado del panteón Jardines del Recuerdo, luego incinerado. La urna fue colocada en la iglesia San Juan de los Lagos
Alexis Massieu
La Prensa
Con motivo de la exhumación de los restos del Padre Ernesto Rojas García, los cuales fueron incinerados y colocados en una urna en la Parroquia San Juan de los Lagos localizada en la colonia Primero de Mayo, el día de ayer se realizó una ceremonia especial, en memoria de quien fue el primer Párroco de esta comunidad.
Al respecto, el Párroco José María Barrera, quien además de su hermano de fe, era su amigo, contó que el Padre Ernesto falleció hace 19 años, casi 20, y se encontraba sepultado en una tumba prestada.
La feligresía indicó, se organizó y cubrió los gastos para exhumar los restos del Padre Ernesto, el pasado viernes 15 de noviembre, de una tumba que se encontraba en el Panteón Jardines del Recuerdo, para llevarlos a la Parroquia.
El Padre Ernesto, indicó, era originario de Paredón, pero su familia se mudó a Castaños, y así a principios de los años 70’s se ordenó como sacerdote y fue el primer párroco de su comunidad, el cual era muy querido por todos, y tuvo una muerte natural a la edad de 68 años.
Durante la misa, refirió, además de mucha gente que lo conoció y lo apreciaba mucho, estuvieron algunos de los integrantes de su familia.
ENTRE BUENOS SAMARITANOS
Si bien, el párroco no lo dijo, trascendió, que se tuvo que llegar a esta situación, luego de que muchos años, un matrimonio le dio un lugar al Padre Ernesto en el Panteón Jardines del Recuerdo, y hace poco, luego de 19 años de estar sepultado, los hijos de ese par de buenos samaritanos, decidieron sacar sus restos.
Hace dos semanas, un feligrés que visitó la Parroquia, se enteró que se estaba realizando una colecta para la exhumación de sus restos, y un presbítero le contó la historia del Padre Ernesto, respondiéndole que hasta el momento habían recabado cerca de 5 mil pesos de 20 mil que les faltaban para los gastos, a lo cual éste otro buen samaritano, contestó entregando 10 mil que traía en la cartera.
El párroco al enterarse, le dijo que le permitiera bendecirle la imagen de San Judas Tadeo que llevaba en el cuello, lo que le sorprendió mucho al feligrés, porque la figura del santo, no estaba a la vista del sacerdote.