Por: Héctor Garza Martínez
Nunca me había puesto a pensar lo cansado que es vivir en un mundo que siempre ha estado de cabeza, desde lo más recóndito de la historia, hasta nuestros días. Siempre hemos vivido en conflicto, si no es con el vecino, es con la vecina y si no con nuestro medio ambiente, así de manera global sucede constantemente.
Sería bueno preguntarse ¿Si en algún momento esto va a parar? ¿Si en algún momento vamos a poder llegar a ser una raza tan superior, que entre nosotros no pueda existir odio y maldad. Eso sería, de otro nivel, es la evolución a la que todo ser humano debe aspirar, y lograr, antes de que nuestro planeta se fastidie de nuestros desechos y deje de ser nuestro hogar.
No evolucionamos, por que en algún punto de nuestra historia, la paz se esfumó. De un momento a otro, los ejércitos se volvieron tan letales que con solo accionar un botón, acabarían con la mitad del globo terráqueo y siendo un poco más ambicioso, seguramente hasta la luna podrían arrasar y todo por algún desacuerdo. Tal vez, no tenía sentido hasta que alguien se dio cuenta de lo rentable que es, tal cual, el pleito que hoy se vive entre Rusia y Ucrania, que pone en riego “La paz mundial”.
El mundo de cabeza no se siente por que ya estamos acostumbrados a él, vemos en las noticias tantas tragedias que ya se nos hace costumbre y ni nos damos cuenta.
Tenemos que vencer aquella parte de la historia que nos invita a no amar al ser humano, ese, es el eslabón que debemos de reparar a través de la reconciliación verdadera entre nosotros, para lograr la paz, pensar de forma radical impone barreras que impiden esa reconciliación, pues siempre habrá un agravio del cual vengarse.
Definitivamente debemos de cambiar nuestra conciencia, por el bien de nosotros mismos, empezando por nuestra empatía hacia los demás. No nos damos cuenta que al ser indiferentes a los demás, nos hacemos daño a nosotros mismos, creemos que por estar a millones de kilómetros no nos dolerá, pero ese boomerang que lanzamos, regresará y con mayor fuerza.
Seriamos tan tontos, si deseáramos vivir en un país o comunidad donde reine la anarquía, donde nos traten mal, donde todo sea inadecuado. Allí es donde la empatía toma relevancia, pues nos sensibiliza ayudándonos a reflexionar en la importancia, tanto de nuestro entorno como del bien de nuestra comunidad.
Con la fe bien puesta en que la llegada de la navidad fortalecerá en todo el mundo esos lazos fraternales que tanto necesitamos, así también estamos seguros de que México se reconstruirá, siempre y cuando seamos conscientes de la magnitud del daño que generan nuestras acciones.
Con el cariño de siempre…