Rubén Moreira Valdez
La Universidad Autónoma de Coahuila otorgó el Doctorado Honoris Causa al abogado y maestro José Fuentes García. Merecido homenaje a un emblemático jurista, que en su tarea docente formó a muchas generaciones de profesionales del derecho.
A don Pepe, como de cariño le llamamos sus alumnos, le conocí hace más de cuarenta años. Eran mis días de estudiante en la Facultad de Jurisprudencia, nuestra entrañable casa de estudios. Él, un famoso maestro de derecho constitucional y un reconocido juzgador que ocupaba la magistratura de una de las cuatro salas del Tribunal Superior de Justicia.
En los pasillos se hablaba de su sabiduría y escrupulosa conducta. También se le recordaba como el estudiante que había obtenido la calificación perfecta en todas las materias. Se resaltaba que su tesis era un importante tratado sobre las nulidades y que al egresar había accedido a la titularidad de un juzgado federal. Heredero de una familia de juristas, hacía honor a la memoria de don Alberto Fuentes, su padre, y de don Pancho García Cárdenas, su tío. Abogados de arraigo en la comunidad, intelectuales de altos vuelos, buenos mexicanos y, sobre todo, hombres generosos. A los oficios de don Pancho debemos la apertura de nuestra escuela.
Al paso del tiempo mi admiración por el maestro ha crecido y también mi aprecio por dos actividades: la docencia y la judicatura. En lo último, su ejemplo es fundamental. En jornadas extenuantes alternaba su trabajo entre la escuela y la magistratura. Las mañanas enfrentando expedientes civiles, mercantiles y penales; las tardes, a grupos de muchachos en las clases de derecho constitucional o amparo. Ahora caigo en cuenta que no había espacio para la comida y muy poco para el descanso.
En alguna ocasión, percibió fallas del grupo en determinada materia. No era su responsabilidad, sin embargo, nos convocó a jornadas de estudio para subsanar deficiencias. Eran los sábados, y era claro que no recibía retribución alguna por ellas. Soy beneficiario de su generosidad, me dio mis primeras oportunidades de trabajo. Me queda claro que salí adelante gracias a su enorme confianza y paciencia.
Tenemos un nuevo rector en la máxima casa de estudios; me da un gusto enorme que se haya tomado la decisión de conceder tan importante grado a mi querido maestro. El gesto habla muy bien de su quehacer universitario y de su sensibilidad como directivo. Tengo referencias de que conduce con tino y esmero los destinos de nuestra casa de estudios, tarea no fácil en los tiempos que vive la nación. Enhorabuena a Octavio Pimentel Martínez.
El doctorado es un reconocimiento a las prendas académicas y jurídicas de Fuentes García, pero también a una vida ejemplar y a los servicios que ha prestado a México y Coahuila. El maestro es protagonista de muchas hazañas legislativas que le dieron nuevos rumbos a la entidad. A su cátedra se debe la carrera de un buen número de abogados que participan en los tribunales y la administración pública de todo el país.
Don José es un hombre lleno de solidaridad; nunca olvidaré la que tuvo conmigo y mis compañeros de grupo aquel septiembre de 1986. El maestro no abandonó a sus alumnos.
De mi querido profesor también tengo el ejemplo del hombre de fe. Con él comparto la certeza del Dios trino y su misericordia. Don Pepe es un hombre bueno.