Una de las razones clave por las que percibimos que el tiempo pasa más rápido con la edad está en nuestro cerebro.
A medida que envejecemos, muchas personas sienten que los años pasan cada vez más rápido. Este fenómeno no es solo una impresión; también influyen cambios biológicos, psicológicos y en la forma en que organizamos nuestra vida.
¿Por qué sentimos que el tiempo se acelera?
Una de las razones clave por las que percibimos que el tiempo pasa más rápido con la edad está en nuestro cerebro.
El cerebro humano utiliza la dopamina para regular nuestro «reloj interno». Este neurotransmisor está vinculado a la percepción del tiempo, la atención y la capacidad de registrar eventos nuevos.
Durante la infancia y juventud, los niveles de dopamina son altos, lo que nos permite experimentar los eventos con mayor intensidad y atención.
Cada experiencia nueva o emocionante queda grabada como un recuerdo importante, haciendo que los días y años parezcan más largos.
Con el paso del tiempo, la producción de dopamina disminuye. Este cambio afecta la manera en que procesamos las experiencias cotidianas, especialmente aquellas que no son nuevas o emocionalmente relevantes.
Sin la intensidad de la juventud, los días parecen pasar de manera más uniforme y rápida, como si el tiempo se fuera de nuestras manos.
Durante la infancia y la adolescencia, la vida está llena de experiencias inéditas: el primer día de escuela, unas vacaciones familiares o el descubrimiento de un nuevo pasatiempo.
Estas vivencias no solo son emocionantes, sino que también requieren más atención consciente, lo que hace que el cerebro las registre con mayor detalle y densidad.
En la adultez, la vida suele entrar en una rutina predecible: ir al trabajo, lidiar con el tráfico, preparar la cena y repetir el ciclo día tras día. Este «piloto automático» reduce la cantidad de recuerdos significativos que generamos.
Cuando miramos hacia atrás, nuestra memoria no encuentra grandes hitos en la rutina diaria, lo que contribuye a la sensación de que los días y años han pasado sin dejar huella.
Paul Janet propuso que la percepción del tiempo está relacionada con la proporción que un período representa en comparación con nuestra vida total.
Para un niño de 10 años, un año equivale al 10% de su existencia, lo que lo convierte en un intervalo significativo y aparentemente largo.
Para un adulto de 40 o 50 años, un año representa sólo una fracción menor de su vida, por lo que se siente como un lapso mucho más corto.
El filósofo William James también reflexionó sobre este concepto, afirmando que cuanto más envejecemos, más pequeños parecen los intervalos de tiempo en comparación con nuestra experiencia de vida acumulada.
Esta percepción proporcional puede explicar por qué los años parecen volar más rápido con el paso del tiempo.
POR: EXCELSIOR