Párroco exhorta a no dejarse llevar por el consumismo ni las fiestas. “Lo primordial es el amor y la unidad familiar”
Karla Cortez
La Prensa
El verdadero corazón de la Navidad no se encuentra en los adornos ni en las compras, sino en el nacimiento del Niño Jesús, el acontecimiento que da sentido a esta fiesta tan especial. En un mundo marcado por el consumismo, el párroco Gerardo Hernández Briones recordó que lo esencial de esta celebración es la unión familiar y los buenos deseos, unidas al profundo significado religioso que debe prevalecer sobre las superficialidades.
El 25 de diciembre conmemora la llegada de Jesús como bebé, hijo de Dios, quien trajo consigo la fe, la esperanza y el amor incondicional para la humanidad. Estos valores son los que deben darle dirección a nuestras festividades, centrando todo en la familia. Así, la Navidad debería ser un tiempo de convivencias donde el verdadero propósito sea compartir, no acumular lo material.
“En nuestro mundo de consumismo, a veces la Navidad se convierte en compras, fiestas sin sentido, y celebraciones vacías de espiritualidad. Pero eso no es lo que significa esta fecha. La verdadera Navidad es cuando celebras al Niño Jesús que llega a ti y a tu familia, trayendo consigo paz y amor”, expresó el párroco de la iglesia “Guadalupe” de Sabinas.
Aunque representaciones como el «Nacimiento» o los regalos son elementos físicos que acompañan la festividad, el Padre Gerardo enfatizó que no son esenciales para vivir el espíritu navideño. Lo importante no son los obsequios materiales, sino que estos, si se dan, deben ser un gesto de agradecimiento a Dios. «El regalo debe ser un símbolo de generosidad, un acto que diga ‘te regalo porque el Señor me ha regalado a mí’. Si no es así, el verdadero regalo siempre será el ‘Abrazo de Navidad’, lleno de deseos de paz, bienestar y bendiciones», añadió.
La Navidad, explicó el sacerdote, debe ser un tiempo de fe, de recordar que Jesús vino al mundo para ofrecer paz y amor a todos. En este sentido, más que lo material, lo que realmente importa son los signos espirituales y el propósito de nuestra convivencia: celebrar la vida, la esperanza y la promesa de su retorno.