De Jefes/El Financiero
La compañía enfrenta un pasivo que supera los 900 millones de dólares a más de mil 700 acreedores, lo que la llevó a incumplir pagos tanto a trabajadores como a proveedores.
La noticia de que Altos Hornos de México (AHMSA), que dirige Luis Zamudio Miechielsen, inició formalmente su proceso de liquidación, marca un punto de inflexión en la historia siderúrgica de México. Con el síndico Víctor Manuel Aguilera Gómez a cargo de la administración y bienes de la acerera, el objetivo es claro: dar cumplimiento a las disposiciones legales para liquidar una compañía que, alguna vez, fue un pilar del sector metalúrgico nacional.
El caso de AHMSA es el resultado de años de problemas financieros, deudas acumuladas y malas decisiones administrativas. La compañía enfrenta un pasivo millonario que supera los 900 millones de dólares a más de mil 700 acreedores, lo que la llevó a incumplir pagos tanto a trabajadores como a proveedores. Además, su producción se encuentra prácticamente paralizada, con operaciones limitadas en sus plantas de Monclova, Coahuila, lo que ha dejado en el limbo a miles de empleados y ha impactado gravemente la economía de la región.
La liquidación de AHMSA también expone la fragilidad de la política industrial del país, que no ha logrado proteger a empresas emblemáticas en tiempos de crisis y su liquidación es un recordatorio de que México necesita una política industrial sólida, un marco regulatorio transparente y apoyo decidido para sus empresas nacionales. El fin de AHMSA no solo cierra un capítulo importante de la historia empresarial mexicana, sino que también plantea la pregunta de qué tan preparados estamos para evitar que otras grandes compañías corran con la misma suerte.