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1913 ~ EL COMBATE DE ESTACIÓN HERMANAS(parte 1 de 2)

1913 ~ EL COMBATE DE ESTACIÓN HERMANAS(parte 1 de 2)

Por: Luis Alfonso Valdés Blackaller
Tomado de un artículo por Francisco Urquizo en el periódico “El Pueblo”, México, 16 de agosto de 1918

Cuando se escriba la historia de la campaña contra Huerta, los que la hagan, se encontraran indudablemente con que faltan datos complementarios, que aun cuando pequeños vistos desde hoy, grandes fueron en aquellos días en que el ejército constitucionalista apenas se formaba.
El combate de la estación de Hermanas a que voy a referirme, es uno de los que más interés tiene, debido a las circunstancias que en él concurrieron, pues difiere notablemente de todos los demás registrados en la parte noreste de la república, en aquella época, ya que por lo regular las tropas constitucionalistas entonces se dedicaban a atacar plazas con más o menos probabilidades de éxito. En Hermanas, Coah., el encuentro fue campal y pudieron ambas fuerzas contendientes maniobrar libremente; sus jefes pudieron poner en práctica su habilidad; el uno para atacar y el otro para retirarse cuando lo estimó conveniente.
Al empezar mi narración viene a mi mente un recuerdo de los compañeros de aquella época, que tomaron parte en ese combate ya que más tarde sucumbieron en el cumplimiento de su deber: teniente coronel Elías Uribe, mayor Ildefonso Vázquez, capitán primero Bruno Gloria, capitán primero Rafael Saldaña Galván, capitán primero Carlos Prieto, teniente Daniel Díaz Couder, subtenientes hermanos Aponte. Sirva pues la recordación de este hecho de armas, como homenaje humilde a los heroicos desaparecidos.
Confiado en que la memoria no me será infiel, empiezo:
Después de la desastrosa derrota que sufrieron nuestras armas el día 10 de julio de 1913 en Monclova, el coronel Pablo González, jefe de las fuerzas constitucionalistas de Coahuila, estableció su cuartel en la hacienda de Hermanas, 36 km al norte de Monclova, en donde se encontraba acantonado el enemigo, fuerte en 3,000 hombres más o menos, al mando del general Joaquín Mass. En Hermanas se ocupó el coronel Pablo González en reorganizar sus fuerzas y abastecerlas en cuanto hubiera de serles necesario en la campaña. Estableció un servicio de seguridad frente al enemigo, con una parte de la caballería, y la demás la mandó situarse en los pueblecillos y haciendas cercanas al cuartel general. En la estación de Hermanas quedó la artillería y en la hacienda el batallón de zapadores, las ametralladoras, la escolta, la impedimenta y oficinas del cuartel general.
El enemigo se encontraba quieto en Monclova, parecía como si se consideraba satisfecho con su último efímero triunfo; a tal grado llegaba su inactividad, que nuestras patrullas exploradoras, habían llegado varias veces hasta los suburbios de la población sin ser molestadas y regresaban a veces trayendo prisioneros y desertores del enemigo.
Mientras tanto, las fuerzas constitucionalistas se dedicaban con verdadero ardor a prepararse para la próxima ofensiva del enemigo, y durante todo el día se las veía maniobrar en las pequeñas lomas situadas frente a la hacienda. El tiempo transcurría de esta manera y el enemigo no daba muestras de vida; vino luego la reacción en nosotros y pensamos con entusiasmo en tomar a nuestra vez la ofensiva.
Atento el general González al inmejorable estado de animo de sus fuerzas, convocó a los jefes de las diferentes fracciones a una junta en el cuartel general, con objeto de cambiar impresiones y acordar lo más conveniente para las operaciones futuras. El resultado de la junta fue de lo más satisfactorio, cada uno manifestó sus vehementes deseos de que se tomara la ofensiva, y así pues, quedó resuelto que se atacaría desde luego la plaza de Monclova, de acuerdo con el plan que ahí mismo se hizo; se giraron las ordenes respectivas y al día siguiente se emprendió la marcha hacia la estación Adjuntas (distante unos 18 km de Monclova), lugar en el cual debían de reconcentrarse las fuerzas, a fin de avanzar definitivamente a tomar posiciones para el asedio de la plaza.
La caballería y la artillería, así como las ametralladoras, marcharon por tierra y la infantería por ferrocarril. En la noche de ese día, se encontraba ya reunido el contingente todo en el rancho de “Las Adjuntas”; reinaba gran alegría entre las tropas y todos esperaban con ansia la madrugada del día siguiente en que debíamos atacar Monclova.
Mientras tanto, el enemigo, que todos creíamos en Monclova, saliendo de su marasmo, efectuó una salida con la mayor parte de sus fuerzas hacia el pueblo de Abasolo Viejo, del cual se posicionó tras leve tiroteo. Así pues, nuestra situación era en extremo comprometida; si avanzábamos a Monclova y nos posesionábamos de ella, cosa segura, el enemigo nos incomunicaría de nuestra base de aprovisionamiento Piedras Negras, al situarse en Hermanas; si permanecíamos en Adjuntas, el enemigo dueño ya de nuestro flanco derecho, podía igualmente, maniobrando, cortarnos de nuestra base, teniendo nosotros la desventaja de estar en el llano y ellos en cambio la facilidad de tomar los pequeños cerros y lomas situados en la estación de Hermanas. El enemigo posesionado de Abasolo Viejo, probablemente avanzaría desde luego a Hermanas y con mayor seguridad, si se enteraba de nuestra marcha hacia Monclova. No había, pues, tiempo que perder; inmediatamente retrocedimos en la misma forma en que habíamos avanzado, hacia la estación de Hermanas, tomando las pequeñas alturas del frente, por si el enemigo avanzaba esa noche sobre nosotros.
Pasó la noche sin novedad y al día siguiente se organizó una columna con dos escuadrones a las órdenes del coronel Antonio Villarreal, y marchó a batir al enemigo a Abasolo Viejo. El resto de la fuerza quedó en los lugares que ocupábamos. El combate en Abasolo principió desde la tarde, y se prolongó hasta las primeras horas de la noche, siendo el resultado de él completamente adverso para nuestras fuerzas, pues fueron sorprendidas al acercarse, por el enemigo que se encontraba emboscado en las labores cercanas al pueblo; con la sorpresa vino la natural desorganización y la derrota, y los restos de la columna de Villarreal, dispersos, se retiraron a Hermanas.

(fin de parte 1; a continuarse la próxima semana)

Contribución de: Luis Alfonso Valdés Blackaller, con apoyo de socios Arqueosaurios A.C. (1997) ~ Luis Alonso Armendáriz Otzuka, Arnoldo Bermea Balderas, Juan Latapi Ortega, José Manuel Luna Lastra (QEPD 2022), José Mariano Orozco Tenorio, Francisco Rocha Garza, Oscar Valdés Martin del Campo, Willem Veltman, y Ramón Williamson Bosque.

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