Tras su muerte, el 8 de enero, María Enriqueta Hernández de Rodríguez permanecerá en la memoria de sus seres queridos, como una excelente esposa, madre y abuela. “Quetita”, como era conocida por sus seres queridos, falleció a causa del Covid-19 a sus 74 años.
Nació en Ramos Arizpe, Coahuila, el 15 de julio de 1946; sus padres fueron Silvestre Hernández González y Catalina García de Hernández. En 1969 contrajo nupcias con Rogelio Rodríguez Bonito, en la Parroquia La Salle, y permanecieron juntos por 51 años, hasta el día de su muerte.
Juntos procrearon a María Alejandra, Rogelio y José Antonio. La vecina de Contry La Silla perteneció a la Mesa Redonda Panamericana y fue socia del Deportivo Contry. Quetita descansa en paz en la Parroquia de Corpus Christi.
EN VOZ DE SUS SERES QUERIDOS
«Desde el cielo, ella estará al pendiente e intercederá por nosotros. Nos dejó un gran legado que debemos continuar».
María Alejandra Rodríguez Hernández, hija.
«Gracias por todos los años vividos a plenitud; estarás presente en todo lo que haga. Seguiré tu legado de amor, gratitud y amistad con los que nos rodean».
Rogelio Rodríguez Hernández, hijo.
«Mamita hermosa, gracias por toda tu alegría y por tu elegancia. Llevaré en mi corazón tus enseñanzas y recuerdos. Un beso hasta el cielo».
José Antonio Rodríguez Hernández, hijo.
«En silencio entrego mis lágrimas de luto a Dios, con la petición que las transforme en sueños. Las alegrías más auténticas vienen del cielo».
Mélida Hernández, hermana.
«Abuelita, gracias por el tiempo que dedicaste hacia mí. Fuiste una persona muy pensativa y empática, nunca te olvidaré».
Santiago Rodríguez Salas, nieto.
«Extrañaré su sonrisa reconfortante, su risa peculiar y contagiosa, sus abrazos y sus bellas palabras alentadoras. Es la mujer más formidable que he conocido y mi máximo ejemplo a seguir».
Mariana Rodríguez Garza, nieta.
«Siempre estarás presente en nuestra mente y corazón. Ya no te podré abrazar en presencia, pero te mandaré abrazos al cielo».
Patricia Astorga de Jiménez, amiga.
«Voy a extrañar mucho a mi comadre Queta. Tenía muchos años de conocerla».
Dina Bonilla Terrazas, amiga.