El vino parrense es conocido en todo el mundo, sin embargo, el Pueblo Mágico cuenta con una valiosa gastronomía en la que la nuez es la invitada principal
Por: Especial
LA PRENSA
En Parras no todo es vino. Entre viñedos y tradiciones centenarias, hay otro fruto que forma parte esencial de la identidad del pueblo: la nuez. Cultivada y trabajada por generaciones, esta joya del campo no solo se vende al natural, sino que también da vida a una extensa variedad de dulces típicos que ya son marca registrada de este Pueblo Mágico.
Desde glorias rellenas hasta rollitos de nuez con higo o guayaba, la creatividad de las cocineras y productores locales ha convertido la nuez en un ingrediente estrella.
Las preparaciones son muchas: bolitas de leche quemada, palanquetas con miel, marquetas , noras, e incluso combinaciones con frutas como chabacano y durazno . La oferta es tan amplia que quien no conoce, necesita tiempo —y varios antojos— para explorarlas todas.
Uno de los productos más buscados por los visitantes es la campechana de Parras y aunque no tiene siglos de historia, su sabor ya es tradición. A diferencia de las campechanas comunes, la versión parrense es más delgada, crujiente y delicada, lo que la hace irresistible.
Además de los dulces, la oferta gastronómica local sigue siendo un motivo para volver. En platillos salados, el cerdo domina: el asado, los tamales, el chorizo casero y los tacos de cabeza son imperdibles. La barbacoa de lengua es otro de los tesoros que se preparan con sazón heredada.
Para quienes buscan comida más convencional, también hay restaurantes con menús nacionales e internacionales, pero sin perder el sabor que distingue a la región.
En cada bocado de nuez o en cada campechana, se saborea la historia, el trabajo y el cariño de las familias de Parras. Así como el vino ha dado renombre al pueblo, la nuez le da dulzura y carácter.