La noche del lunes 21 de abril, los fieles se reunieron en una emotiva Eucaristía para agradecer por la vida de su santidad
Por: Lucero Velázquez
LA PRENSA
PARRAS, COAHUILA. Con el corazón conmovido y la mirada elevada al cielo, la comunidad de la Parroquia Santa María de las Parras se unió al dolor de la Iglesia Católica tras la partida del Papa Francisco, el pastor que conquistó al mundo con su humildad, su ternura y su firme defensa de los más olvidados.
La noche del lunes 21 de abril, los fieles se reunieron en una emotiva Eucaristía para agradecer por la vida del primer Papa jesuita, quien con sencillez y profundidad supo tocar el alma de millones. En un altar adornado con fotos, veladoras encendidas y lágrimas silenciosas, la comunidad oró por su eterno descanso.
“El Señor bendiga al siervo fiel que supo caminar con el pueblo de Dios”, se escuchó entre susurros, como una plegaria nacida del amor y la gratitud.
Desde distintos rincones de México, la Compañía de Jesús también expresó su pesar, recordando al Papa Francisco como un hermano profundamente ignaciano, un hombre de fe que no solo predicó el Evangelio, sino que lo vivió con radicalidad: amando, sirviendo y tendiendo puentes donde otros levantaban muros.
“Damos gracias a Dios por su vida entregada, por su cercanía con los pobres, por su defensa incansable de la casa común y por su mirada misericordiosa hacia todos”, compartieron los jesuitas con profunda emoción.
Francisco no solo fue Papa. Fue amigo, fue guía, fue voz de los que no la tienen. Su recuerdo permanecerá en los gestos cotidianos de quienes, inspirados por él, deciden vivir una fe alegre, sencilla y valiente.
Hoy, Parras lo despide con el corazón en alto: con velas encendidas, con imágenes que lo acompañan y, sobre todo, con una oración que no termina.