El ritual, autorizado por la Diócesis de Saltillo, fue practicado en una parroquia de Frontera, Coahuila, tras un proceso espiritual y psicológico riguroso
Por Iván Villarreal
La Prensa
En pleno siglo XXI, el exorcismo sigue vigente en la Iglesia Católica, aunque bajo estrictos lineamientos y con un enfoque pastoral responsable. Así lo afirma el padre Paulo Sánchez Valencia, párroco de la comunidad del Verbo Encarnado en Frontera, Coahuila, y exorcista ad casum autorizado por la Diócesis de Saltillo.
En entrevista, el padre Paulo explicó que el exorcismo está muy lejos de la imagen que proyectan el cine y la cultura popular. “Es un proceso largo, delicado y profundamente investigado. Puede durar uno, dos o hasta tres años. Primero se requiere acompañamiento psicológico o psiquiátrico, y después espiritual”, señaló.
Solo si tras estas etapas se presentan signos como una fuerte aversión a lo sagrado durante las oraciones preliminares, se considera la posibilidad de realizar un exorcismo, siempre con la autorización del obispo. “No lo hago por voluntad propia. Necesitamos una certeza moral de que hay una presencia demoníaca”, aclaró.
Recientemente, el padre Sánchez realizó el tercer exorcismo en sus 20 años de ministerio. La persona atendida fue un hombre de entre 50 y 60 años, quien practicó rituales de santería y satanismo desde joven. “Cuando intentó alejarse, dejó el portal abierto. Con el tiempo, el demonio regresó con fuerza”, relató.
Durante el proceso, que duró año y medio, se observaron manifestaciones físicas como moretones, laceraciones y reacciones violentas al contacto con símbolos religiosos. Finalmente, y con autorización eclesiástica, se practicó el exorcismo en la parroquia.
“La persona ya está en su casa, está bien, y participó en misa al día siguiente. Ahora seguimos con un acompañamiento post-exorcismo, con oraciones y seguimiento espiritual”, dijo el sacerdote.
Sánchez subraya que muchas personas buscan soluciones inmediatas sin entender la profundidad del proceso. “El demonio no olvida —advierte—, pero Dios actúa cuando hay fe, constancia y disposición a sanar”.