Mientras otros festejaban, repartidores de Rappi dedicaron este domingo a la lucha diaria, esperando pedidos y el sustento para sus familias
Por Iván Villarreal
La Prensa
Mientras muchos celebraban en casa con abrazos, comida y reuniones familiares, un grupo de padres de familia que trabajan como repartidores de Rappi pasaron el Día del Padre bajo la sombra de un árbol, esperando pedidos y enfrentando el intenso calor de Monclova.
Aunque accedieron con algo de timidez a tomarse una fotografía, compartieron con La Prensa que la jornada ha sido tranquila, incluso demasiado, en comparación con el Día de las Madres, cuando las entregas no paraban. Para las 11 de la mañana, la mayoría apenas sumaba dos entregas, y los más afortunados habían logrado hacer cuatro.
Eso significaba un largo camino por delante. “Vamos a tener que trabajar más horas para sacar el día”, comentaron resignados, mientras revisaban sus teléfonos en espera de nuevos pedidos.
Al preguntar si deseaban dejar algún mensaje, fueron breves pero claros: “Que los clientes recuerden que también se vale dejar propina”, señalaron, explicando que además del esfuerzo físico, el calor exige mantenerse hidratados, lo que representa un gasto adicional.
Estos padres no tuvieron comida especial ni descanso este domingo, pero compartían algo más valioso entre ellos: la solidaridad y el compromiso de salir a trabajar, incluso en su día, para llevar el sustento a sus hogares, donde los esperan sus hijos y esposas.
En cada entrega, en cada pedaleo o arranque de motocicleta, estos padres demuestran que, aunque el reconocimiento muchas veces es silencioso, su labor es esencial y profundamente valiosa.