A UN AÑO DE LA TRAGEDIA EN ESTACIÓN MADERO
Pedro Jaziel y Dulce Sofía, ambos de 8 años murieron ahogados; su partida dejó una huella profunda en el corazón de Parras
Por: Lucero Velázquez
La Prensa
PARRAS, COAHUILA. – Este 30 de junio se cumple un año del lamentable fallecimiento de los menores Pedro Jaziel y Dulce Sofía, de ocho años, quienes murieron ahogados en la Presa del ejido Estación Madero, ubicada a poco más de 30 kilómetros de la cabecera municipal. La tragedia generó profunda consternación en la comunidad de Parras y puso en evidencia la necesidad de reforzar medidas de seguridad en zonas de riesgo.
Los hechos
La tragedia ocurrió el domingo 30 de junio de 2024, cuando ambas familias convivían en las inmediaciones de la presa. De acuerdo con los reportes, los menores jugaban cerca del agua sin supervisión directa cuando uno de ellos habría caído accidentalmente y el otro intentó rescatarlo. Ambos perdieron la vida por ahogamiento.
Tras una intensa búsqueda, Pedro Jaziel fue localizado por su madre y trasladado de inmediato al Centro de Salud de Parras, sin éxito en los intentos de reanimación. Posteriormente, elementos de Cruz Roja y Protección Civil localizaron el cuerpo de Dulce Sofía tras varias horas de labores.
Respuesta institucional
La Fiscalía General del Estado abrió una carpeta de investigación para esclarecer los hechos. Asimismo, se informó que los gastos funerarios fueron cubiertos por la dependencia, mientras ciudadanos y grupos comunitarios realizaron colectas para apoyar a ambas familias.
A raíz del incidente, la Dirección de Protección Civil Municipal anunció una serie de medidas preventivas enfocadas en la vigilancia de cuerpos de agua, especialmente durante la temporada de lluvias. Se han colocado señaléticas de advertencia en presas y arroyos, además de realizar recorridos de concientización en ejidos y comunidades rurales.
Medidas en curso
Juan Manuel Parra Gallardo, director de Protección Civil Municipal, señaló que en los meses posteriores al accidente se implementó un operativo de supervisión en zonas como La Luz, Presa de La Cruz, El Saucillo y Estación Madero, donde se ha observado mayor afluencia de visitantes en temporada de calor.
“El llamado principal sigue siendo a los padres de familia: la vigilancia de los menores en estos lugares debe ser constante. Las condiciones de las presas pueden cambiar en minutos debido a lluvias, escurrimientos o movimientos de tierra”, expresó el funcionario.
También se han iniciado pláticas en escuelas rurales sobre riesgos de ahogamiento y primeros auxilios básicos, en coordinación con personal del sector salud y educación.
Conmemoración discreta
A un año del suceso, ambas familias mantienen su duelo en privado. No obstante, se espera que el domingo 29 de junio se lleve a cabo una misa en memoria de los menores en la Parroquia del Sagrado Corazón, como parte de un gesto comunitario de acompañamiento y recuerdo.
Un recuerdo que no se borra
El lamentable fallecimiento de Pedro Jaziel y Dulce Sofía conmovió profundamente a la sociedad Parrense, provocando una inmediata movilización ciudadana. Vecinos, conocidos, voluntarios y grupos comunitarios como la Cuadra Rancheros se sumaron solidariamente en las labores de búsqueda, brindando ayuda en sitio y facilitando víveres, transporte y apoyo emocional a las familias. Desde el primer momento, la tragedia despertó una ola de empatía que unió a todo el pueblo en un solo sentimiento de dolor y apoyo.
Además de la respuesta de la ciudadanía, distintas autoridades se coordinaron para brindar respaldo directo. Elementos de Cruz Roja y Protección Civil participaron intensamente en el rescate de los cuerpos, mientras que la Fiscalía General del Estado cubrió los gastos funerarios y gestionó los trámites correspondientes. La Policía Civil de Coahuila, a través del comandante Miguel Ángel Cisneros Mireles, ofreció apoyo a la familia de Dulce Sofía. El suceso, aunque doloroso, mostró la capacidad del pueblo de Parras para volcarse en solidaridad cuando una familia enfrenta lo impensable.
La partida de Pedro Jaziel y Dulce Sofía dejó una marca imborrable en Parras. Su historia sigue viva no solo en la memoria de sus seres queridos, sino también en cada acción preventiva que se ha tomado desde entonces. Ellos, con su inocencia y su partida, recordaron a toda una comunidad el valor de la vida y la fragilidad de un instante.
Hoy, sus nombres no solo duelen: también enseñan, conmueven y nos llaman a cuidar, a prevenir, a no bajar la guardia nunca más. Que su recuerdo siga siendo luz, guía y motivo para proteger lo más valioso: la vida de nuestros niños.