“Me platican de todo, a veces van llorando, otras veces solo quieren desahogarse… y yo los escucho”, expresa Lilia “N” de 63 años
Fabiola Sánchez
LA PRENSA
Con una sonrisa tranquila y las manos firmes al volante, Lilia “N” recorre las calles de Monclova no solo como conductora de In Driver, sino como una figura de confianza para quienes suben a su automóvil; a sus 63 años, se ha ganado el cariño y la seguridad de decenas de pasajeras y pasajeros que la ven no solo como una chofer, sino como una confidente, una especie de psicóloga improvisada que escucha, aconseja y, muchas veces, consuela.
“Me platican de todo, a veces van llorando, otras veces solo quieren desahogarse… y yo los escucho”, cuenta con serenidad.
Aunque hoy domina la aplicación como parte de su rutina, llegar hasta aquí para doña Lilia no fue fácil, quien manejar siempre supo, pero lo que le causaba temor era actualizarse ante la tecnología.
“Yo no quería, le decía a mi hijo: ‘chango viejo no aprende maroma nueva’, me daba miedo, me ponía nerviosa”, recuerda que fue su hijo menor quien la impulsó: le regaló un carro, le instaló la aplicación y le pidió que lo intentara una semana.
Desde aquel 6 de junio del 2022, hace ya tres años, Lilia no ha dejado de trabajar, con el paso del tiempo, no solo ha aprendido a moverse en el mundo digital, también ha hecho de su trabajo una fuente de distracción, independencia y compañía.
“Me entretengo, gano mi dinerito, y además conozco a mucha gente, algunas clientas me llaman directo, ya tengo su número y ellas el mío, me buscan porque se sienten seguras conmigo”, comenta con orgullo y muchas de ellas son madres que le confían a sus hijas adolescentes para llevarlas a la secundaria o prepa, sabiendo que van en buenas manos.
Dio a conocer que, sus horarios varían según el día, el calor o los pendientes en casa, aunque en sus mejores días salía desde las seis de la mañana y trabajaba hasta la noche, ahora se limita a horas más frescas debido a que el aire acondicionado del vehículo dejó de funcionar.
Con ocho nietos que la llenan de orgullo y motivación, Lilia también reconoce la dificultad ante a la gran competencia que actualmente existe en el transporte de aplicación.
“Ya somos muchos en In Driver y hay poco trabajo, pero todos tienen familia, yo también trabajo, aunque sea poquito, me sirve para salir adelante”, afirma.
Hoy para doña Lilia lo que empezó como un reto tecnológico, se transformó en una forma de vida donde encontró no solo ingresos, sino también afecto, conexión humana y la certeza de que, incluso en el asiento del conductor, se puede hacer la diferencia.