A 19 años de distancia, no se olvida el acontecimiento que sacudió a México no solamente por el salvajismo de las agresiones sexuales por militares, sino porque desapareció el blindaje que durante décadas los encubrió
Alberto Rojas Carrizales
LA PRENSA
El 11 de julio de 2006, la noche no durmió en Castaños cuando un pelotón militar irrumpió violentamente en la zona de tolerancia violando mujeres asiladas en ese sitio, las consecuencias legales fue un hito donde la impunidad tuvo fecha de caducidad para elementos castrenses en la sociedad civil.
Ocho militares soldados fueron sentados en el banquillo de los acusados ante el entonces juez Hiradier Huerta, ahí enfrentaron proceso y sentencia condenatoria, otros fueron exonerados, entonces Coahuila se convirtió en un referente para rendición de cuentas de militares infractores ante la sociedad civil
En la madrugada del 11 de julio de 2006, a la zona de tolerancia de Castaños llegaron siete militares, vestidos de civiles, quienes estuvieron bebiendo, uno de ellos buscó problemas con un individuo arrojándole un vaso al rostro en el salón “El Pérsico Dancing”.
El soldado fue encerrado en una celda que estaba contigua al antro de vicio, pero otros militares gestionaron su libertad identificándose como integrantes del 14 Regimiento de Caballería Motorizado, una vez fuera, los militares amenazaron a los policías diciéndoles: “no se la van a acabar”, retirándose.
Media hora después llegaron militares uniformados de los cuales ocho participaron en la violación una de ellas en forma masiva, además amenazaron y torturaron a 14 mujeres, también golpearon severamente a 7 policías municipales de Castaños, otras féminas huyeron entre el monte cubiertas por el manto de la oscuridad.
Las bailarinas encañonadas con armas de alto poder, fueron forzadas a desnudarse y bailar ante los militares, quienes las violaron sexualmente en varias ocasiones, una fue embarazada y después dio a luz, otras quedaron en shock por varias horas después de los episodios de terror.
Las mujeres después fueron diagnosticadas con discontinuidad del comportamiento, insuficiente capacidad de control emocional, alteración del sueño, pesadillas, temor a que regresaran los soldados, así como miedo a represalias por parte de los agresores contra sus familiares.
El juez Hiradier Huerta condenó al militar Omar a 41 años y cuatro meses en prisión; a Juan José 21 años, a Fernando 31 años y a Ángel a tres años nueve meses de prisión, en tanto otros cuatro fueron liberados unos porque las víctimas retiraron los cargos y al resto no se les comprobó participación.
A 19 años de distancia, no se olvida el acontecimiento que sacudió a México no solamente por el salvajismo de las agresiones sexuales, sino porque en el país desapareció el blindaje que durante décadas encubrió a militares frente a autoridades civiles.