Los días bajo el sol abrasador y en terrenos llenos de lodo, tras las inundaciones en Texas, representan un desgaste físico intenso, pero la fortaleza moral del equipo supera cualquier obstáculo
Fabiola Sánchez
LA PRENSA
La devastación provocada por las recientes inundaciones en Texas ha puesto a prueba la fortaleza y humanidad de los rescatistas coahuilenses, quienes con valor y entrega han enfrentado día a día escenas desgarradoras.
Bomberos de Ciudad Acuña, junto con la Fundación 911, han trabajado incansablemente entre ruinas, lodo y silencio, con la misión clara de salvar vidas y brindar esperanza en medio del caos.
“Nos enfrentamos a un escenario difícil de describir: casas sumergidas, árboles atravesados en techos, vehículos volcados y familias desesperadas buscando a sus seres queridos entre escombros”, relata Ismael Aldaba, presidente de Fundación 911 y líder del contingente mexicano.
Para Aldaba, esta labor trasciende lo profesional y se convierte en un compromiso personal con cada vida rescatada y cada cuerpo recuperado, asegurando un descanso en paz para quienes no lograron sobrevivir.
“Una historia que no olvidaré es la de un hombre que, entre lágrimas, nos contó cómo perdió a su hijo mayor mientras escapaba con sus otros hijos de la inundación, esa realidad nos impulsa a seguir adelante, a pesar del cansancio y la tristeza”, comparte.
Los días bajo el sol abrasador y en terrenos llenos de lodo representan un desgaste físico intenso, pero la fortaleza moral del equipo supera cualquier obstáculo, el apoyo de binomios caninos especializados ha sido fundamental para localizar víctimas atrapadas en zonas inaccesibles, sumando un rayo de esperanza en medio de la destrucción.
“Cada minuto cuenta, y eso nos impulsa a no rendirnos”, afirma uno de los rescatistas.
A pesar del horror y la tragedia, la solidaridad de la comunidad texana ha sido un bálsamo para los equipos de rescate.
“Nos reciben con comida, agua e incluso sus hogares, recordándonos que aquí no hay fronteras, solo humanos unidos por la tragedia y la esperanza”, señala Aldaba.
La experiencia y entrega de estos rescatistas es un ejemplo vivo de que la valentía y la humanidad no conocen límites ni banderas, solo un corazón dispuesto a servir.