Dr. Humberto Falcòn Villarreal
“Cuando las familias son fuertes y estables, tambièn lo son los niños, que muestran mayores niveles de bienestar y resultados positivos” Iain Duncan Smith. La frase «la familia es la primera escuela» es el centro de este Ágora educativo, esta frase resume una idea fundamental en la cual coincido plenamente; que el hogar y las relaciones familiares son el primer entorno educativo en la vida de una persona, ya que antes de que un niño asista a la escuela formal, aprende en su familia valores, hábitos, lenguaje, normas de convivencia, y formas de ver el mundo. Hoy reflexionaremos sobre algunos puntos clave que refuerzan esta idea: 1.- Valores y principios: La familia es la que transmite valores como el respeto, la responsabilidad, la honestidad y la solidaridad. 2.- Lenguaje y comunicación: Nadie puede dudar que es en la familia, donde los niños(as) aprenden a hablar, a escuchar y a expresarse. 3.-Ejemplo constante: Sabemos que los niños(as) imitan lo que ven. Los comportamientos y actitudes de los padres, madres y cuidadores(as) son modelos de aprendizaje. 4.-Regulación emocional: La familia con sus acciones, ejemplos y dinámica muy particular, enseña cómo manejar emociones, resolver conflictos y relacionarse con otros. 5.-Hábitos de vida: el espacio familiar forma hábitos que pueden ser positivos o negativos, desde la alimentación, hasta la higiene y la disciplina, ya que muchas rutinas se aprenden primero en casa. Sin duda, la familia y la escuela son pilares fundamentales en la educaciòn de niñas, niños y adolescentes. Mientras la familia actúa como la primera escuela, enseñando valores y normas esenciales para la convivencia, la escuela complementa esa formación, brindando los conocimientos y habilidades necesarias para su formación personal y social. Es importante recalcar, que la escuela formal complementa la educaciòn recibida en casa. Mientras que la familia forma la base emocional, ética y conductual de una persona, la escuela aporta conocimientos académicos, habilidades sociales más amplias y herramientas para desenvolverse en la sociedad. Ambos espacios: hogar y escuela no compiten, y si se complementan. Una buena educación integral se logra cuando hay coherencia y colaboración entre estos dos entornos formativos. A través de la instrucción académica, la socialización con pares y el desarrollo de habilidades cognitivas, la escuela amplía y refuerza lo aprendido en casa, y al referirme a la “escuela” hago referencia a cualquier nivel educativo. La educación integral se logra cuando familia y escuela trabajan de manera conjunta, compartiendo el compromiso de formar personas íntegras, responsables y preparadas para enfrentar los retos de la sociedad. La educación integral se logra cuando se forma al individuo en todas sus dimensiones: intelectual, emocional, social, física y ética. No basta con aprender contenidos académicos; también es necesario adquirir valores, habilidades para la vida, sentido de responsabilidad y conciencia social. Esta formación no puede darse únicamente en un aula: comienza en el hogar, con el ejemplo y las enseñanzas de la familia, y se complementa en la escuela, donde se adquieren conocimientos, se fortalece la convivencia y se desarrollan capacidades personales. Cuando la familia y la escuela trabajan en armonía, se dispara el crecimiento equilibrado del niño(a) o joven, preparándolo no solo para aprobar exámenes, sino para enfrentar con éxito los desafíos de la vida. En este equilibrio y colaboración es donde verdaderamente se alcanza la educación integral. Dentro de las estrategias para mejorar la educaciòn en casa, se puede mencionar: rutinas y hábitos saludables, actividades en familia, el apoyo escolar y el fomentar la autonomía. Hay una sociedad que siempre debe existir entre familia y escuela, para lograr la formación de cada niño, niña o adolescente, hay que trabajar juntos, ya que como la fuerza de la unión, el desarrollo será más significativo, asegurando un futuro prometedor para las nuevas generaciones. Educar entonces, se convierte en una tarea profunda, constante y, muchas veces, desafiante. Enseñemos no solo con palabras, sino con presencia y dedicación. Tu, fuiste, eres o serás, el resultado del caminar por alguna(s) institución educativa… ¿Qué has hecho?, ¿que haces? o ¿que puedes hacer, para que estas instituciones sean cada vez mejores.