Fue su pareja quien al notar su ausencia la encontró desangrándose, luego de una discusión entre ambos
Manolo Acosta
LA PRENSA
La madrugada de ayer, en la colonia Praderas, una joven de apenas 22 años estuvo a punto de despedirse para siempre tras una decisión marcada por el dolor.
Su corazón, herido después de una discusión con la persona que amaba, la llevó a creer que no habría mañana sin él a su lado.
La joven, identificada como Erika, se encerró en el baño de su hogar alrededor de las 3:00 de la mañana, con la tristeza como única compañía. Ahí, en medio del silencio, intentó poner fin a su existencia cortándose las venas de ambas muñecas, cegada por el sufrimiento y la desesperanza.
Fue su pareja quien, al notar la ausencia de respuesta tras tocar la puerta, ingresó con fuerza y encontró una escena que difícilmente olvidará. Erika estaba sentada, con la sangre entre sus manos, vulnerable y frágil, mostrando el peso inmenso de una herida que no solo era física, sino también del alma.
Afortunadamente, sus familiares reaccionaron de inmediato y solicitaron el auxilio de paramédicos de Águilas Doradas, quienes llegaron a tiempo para brindarle atención. Con rapidez, estabilizaron sus heridas y la trasladaron al hospital Amparo Pape, donde quedó bajo el cuidado de especialistas que ahora vigilan su recuperación.
Las autoridades tomaron conocimiento del hecho y confirmaron que se trató de un intento de quitarse la vida, producto de una crisis emocional.
Sin embargo, lo más importante es que Erika hoy sigue con vida, con la oportunidad de sanar, de recomenzar y de descubrir que siempre habrá un motivo para quedarse.
En cada historia como la suya, se nos recuerda que la fragilidad humana necesita más comprensión, escucha y acompañamiento.
Que nadie olvide que aún en la noche más oscura, siempre existe un amanecer.