Ignacio Aldama Fray Juan Salazar, el General Joaquín Arias e Indalecio Allende eran homenajeados en sus ataúdes cada 16 de septiembre en Monclova, ellos estuvieron sepultados en la Parroquia Santiago Apóstol
Alexis Massieu
La Prensa
¿Sabía usted que los restos de cuatro de los héroes de la patria fueron sepultados en la Parroquia Santiago Apóstol en Monclova, y que durante varios años se llevó a cabo una ceremonia especial en la que sus restos eran exhibidos cada 16 de septiembre, en un aparente intento de reivindicar a la ciudad con la historia nacional?
En el archivo histórico de Monclova, existen varios documentos que hablan sobre lo que pasó con cuatro de los héroes patrios, Ignacio Aldama, Fray Juan Salazar, el General Joaquín Arias, e Indalecio Allende, hijo de Ignacio Allende, quien se había convertido—para ese entonces—en el líder de los independentistas por sobre Miguel Hidalgo.
Bien sabido es, que el 21 de marzo de 1811, un “ejército” de milicianos, y—mayormente–vecinos de la Villa de Santiago de la Monclova, le tendieron una emboscada a los insurgentes que creían que iban a ser bien recibidos en este poblado.
Fue en Acatita de Baján—hoy municipio de Castaños—donde además arrestar a Miguel Hidalgo y cerca de 300 soldados, los monclovenses que más tarde se autoproclamarían como los ¡vencedores de Baján!, le quitaron la vida al General Joaquín Arias, y al hijo de Ignacio Allende, de nombre Indalecio, los cuales a diferencia del resto, sí opusieron resistencia.
Si bien, al poco tiempo Ignacio Allende y Miguel Hidalgo fueron enviados a Chihuahua para ser enjuiciados, Monclova continuó siendo un escenario clave en el devenir histórico del país, cuando con motivo de su arresto en Texas, Ignacio Aldama y Fray Juan Salazar, fueron enviados a esta localidad para hacerles un juicio que culminó con su muerte.
Diez años más tarde, el 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró a la Ciudad de México, consumándose la Independencia del país.
“En la Ciudad de Monclova, a los diez y nueve días del mes de marzo del año de mil ochocientos veinte y dos, segundo de la independencia mexicana… acordó esta corporación se le pase un oficio al señor cura, en que se le diga que noticias hay de que en las inmediaciones de Baján se hallan sepultados en el campo, los cadáveres de los beneméritos generales Señores Arias y Allende, se les debe dar sepultura eclesiástica y que esta debe ser en la parroquia de esta ciudad según el laudable mérito de estos dignos jefes”.
GANA TITULO DE CIUDAD
MONCLOVA CON CAPTURA
Monclova, a la que se le había dado el título de ciudad tras la aprehensión de los insurgentes, de pronto surgía la necesidad de hacer gala de un incipiente orgullo nacional, y fue así, según documentos históricos, que se ordenó que se exhumaran los cueros de Indalecio Allende y el General Arias para sepultarlos en la parroquia Santiago Apóstol.
Mismo destino, es el que presuntamente corrieron los restos de Ignacio Aldama y Fray Juan Larios, por orden del Gobierno de Coahuila, cuya capital era Monclova.
“Reunida esta corporación en junta patriótica con varios ciudadanos para felicitar el cumpleaños del glorioso grito de dolores proclamando nuestra cara emancipación mejicana; hizo presente el señor Cura Párroco de ésta Ciudad, en el 17 de este iba a dar sepultura”.
No obstante, el hecho de darle una digna sepultura a los cuatro insurgentes, no pareció suficiente, y pasados seis años, se dio inicio a una peculiar ceremonia en la que los restos de estos héroes, eran exhibidos durante una misa cada 16 de septiembre, en cuatro ataúdes de color negro al interior de la Iglesia.
A colación de esta peculiar ceremonia, existe un documento dirigido al Gobernador del Estado José María Viesca, el 10 de septiembre de 1828, que da pie a presumir que fue en aquel entonces cuando se pidió autorización sobre lo que se tenía que hacer con los restos de los Insurgentes.
“Excelencia. A los huesos de los excelentísimos que murieron en Baján por defensa de la independencia de la República Mejicana; y siendo un asunto que le consulto a Usted V.E. y se haya pendiente para su imparcial resolución que le supera por aproximarse el tiempo indicado”.
Es a partir de entonces cada vez que se celebraba la independencia, se realizaba la misa de cuerpo presente de los insurgentes, tradición que perseveró hasta llegada la época de la Reforma, cuando el disgusto entre parte de la Iglesia con las políticas del Presidente Benito Juárez, llevaron presuntamente al Obispo de Nuevo León y Coahuila, Francisco De Paula y Verea, a ordenar que los restos fuera sacados de la Parroquia y sepultados en un panteón.
Siendo ese el momento en que históricamente se le pierde la pista a los restos de los cuatro héroes patrios, si a caso; los restos que habían exhumado desde el principio, fueran los de ellos.
Posiblemente, esos restos que se decía eran los de Aldama, Fray Juan Salazar, el General Arias e Indalecio Allende, fueron llevados a uno de los panteones que con el tiempo también desaparecieron, como era el de San Fernando, hoy la escuela El Socorro, o que fueran devueltos al panteón localizado a espaldas del Hospital Real (hoy museo Coahuila y Texas), en donde se construyó igualmente una escuela, Club de Leones número 1.