Por Pablo Hiriart
Biden va que vuela
MIAMI, Flo-rida.- Antes de cumplir el primer mes en la presidencia, Joe Biden envió al Congreso un plan de rescate a la altura de la peor crisis económica y social desde 1929: salvará empresas, personas y, sobre todo, niños.
Mandó el plan migratorio más ambicioso que se haya presentado desde la presidencia de Ronald Reagan, y enterró el Permanecer en México, de Trump.
También regresó al Acuerdo de París sobre cambio climático, con compromisos concretos.
Volvió a la alianza atlántica con un planteamiento de seguridad global que borró de un plumazo el “Estados Unidos es primero”, de su antecesor.
Y su primera gira fuera de Washington no pudo ser más simbólica: visitó la planta de Pfizer en Michigan, en señal de acelerar la producción de vacunas que es, a fin de cuentas, lo que salvará o acabará con su presidencia.
Biden, un político profesional, un humanista de casi 80 años que se mueve rápido para reparar el daño infligido a este país por un presidente populista e ignorante llamado Donald Trump.
Esta semana discutirá el Congreso el plan contra la crisis, por 1.9 billones de dólares. Llama la atención en el énfasis puesto en la infancia.
Pondrá por encima de la línea de la pobreza a 9.9 millones de niños que viven en hogares que no tienen lo suficiente para darles de comer todos los días.
Se trata de una drástica ampliación del Crédito Tributario por Hijos (no es dinero directo, sino una reducción de la base gravable por cada hijo menor), disponible para 27 millones de niños.
También sacará de la pobreza extrema a 1.1 millones de infantes, elevando los ingresos familiares por encima de 50 por ciento de la línea de pobreza, explicó Chuck Marr, director en jefe de Política Fiscal Federal.
En este país, de acuerdo con los datos censales de noviembre-diciembre del año pasado, entre ocho y 12 millones de niños no pueden ser alimentados diariamente por sus padres porque no les alcanza el dinero. Ese efecto de la crisis se acaba este año.
Habrá créditos y apoyos con especial énfasis en cajeros, supervisores y trabajadores para venta de minoristas; auxiliares de enfermería, psiquiatría y atención domiciliaria; cocineros; trabajadores de cuidado infantil; trabajadores agrícolas diversos: trabajadores de preparación de alimentos; auxiliares médicos y paramédicos; choferes de autobús; carniceros y trabajadores de procesamiento de carnes, aves y pescados; lavaplatos; trabajadores de preparación y servicio de alimentos, incluidos los de comida rápida, entre otros.
En total, 53 millones 594 mil trabajadores. Más los desempleados (10 millones), ciudadanos en general y empresas tendrán apoyos fiscales y dinero directo. También se ampliará la cobertura para atención médica, una vez aprobado el plan de Biden, si pasa la aduana republicana en el Senado.
El jueves entró al Congreso el proyecto de reforma migratoria que regularizará la estancia de 11 millones de ilegales en este país.
Aplicará para todos los que hayan entrado a Estados Unidos antes del 1 de enero de 2021 (con lo que se evitará el aliento a nuevas caravanas de migrantes).
Los dreamers, en su mayoría nacidos en México, podrán terminar sus estudios y quedarse aquí, sin el sobresalto de una posible deportación en cualquier madrugada.
No es algo menor. Es profundamente humano.
Con esa medida recordé un poema que leí alguna vez en el Centro Libanés (¿de Jalil Gibrán?): “Padre, ¿por qué abandonaste tu patria? No hijo, yo no abandoné mi patria, sólo la hice más grande para que tú puedas dormir tranquilo”. Los dreamers ahora podrán dormir tranquilos.
Se revocó la política de Permanecer en México impuesta por Donald Trump para los solicitantes de asilo y, desde el viernes, poco a poco han comenzado a ingresar a Estados Unidos para gestionar su situación.
The Wall Street Journal publicó el fin de semana un conmovedor reportaje con fotografías y testimonios de africanos y centroamericanos que hacían fila para entrar a San Diego: “Cristian Antonio Reyes dormía en la banqueta con su esposa y sus cuatro hijos. La familia hondureña lleva cuatro meses en Tijuana”. Ya pasaron, poco a poco.
Regresó Estados Unidos al Acuerdo de París sobre cambio climático, el viernes reciente, y se comenzaron a revertir las órdenes ejecutivas de Trump, a fin de controlar emisiones de gas, petróleo y carbón. Biden se comprometió a cambiar la versión actual de las redes eléctricas y los sistemas de transporte, más obras de infraestructura verde que tendrán un costo de 2 billones de dólares, y bajar así la contaminación de combustibles fósiles.
¿Por qué lo hace?
Porque esas emisiones están alterando el clima del planeta: aumentan las sequías, inundaciones, huracanes…
Biden estuvo el viernes en la Conferencia (virtual) de Seguridad Anual de Múnich, que marcó el fin de “Estados Unidos primero” que puso Trump y aisló a su país, dejando el campo abierto a los totalitarismos chino y ruso.
Regresó con sus aliados históricos a quienes dijo: “Estados Unidos está de regreso, la alianza transatlántica está de regreso”, y puso agenda: salvar el acuerdo nuclear con Irán, enfrentar los desafíos planteados por China y Rusia, y reparar el daño causado por el Covid.
Fue bien recibido, pero no será fácil retomar el liderazgo que abandonó Trump: Merkel ha intensificado los intercambios con China (donde Alemania exporta buena parte de su producción automotriz) y Macron busca mantener el sitio ocupado por Francia en el concierto europeo, sin la hegemonía estadounidense.
Hasta Portage, Michigan, fue Joe Biden en el Air Force One, para supervisar personalmente los trabajos de la planta Pfizer, desde donde salieron las primeras dosis de la vacuna que se distribuye en Estados Unidos, una de las cuales entró en su brazo derecho.
Sin doblegar a la pandemia no hay recuperación posible ni presidencia que dure.
En los últimos 14 días los nuevos casos han disminuido 44 por ciento y las muertes por Covid se han reducido en 39 por ciento.
Al principio del verano el coronavirus dejará de ser pandemia en Estados Unidos, señalan científicos de Johns Hopkins.
Y así se le quita gente al populismo, hay que agregar.