Con su personaje de «La Chilindrina», María Antonieta de las Nieves alcanzó el cenit del estrellato.
La sola mención de la pícara niña con pecas, lentes cuadrados y colitas cortas, hija del entrañable y malhumorado «Don Ramón», es motivo de evocación de uno de los personajes televisivos más querido de toda América Latina.
Pero, ahora, a sus 69 años, la actriz lidia con una de las etapas más duras y dolorosas de su vida.
Sufre la ausencia de su esposo, Gabriel Fernández (quien falleció a los 85 años en septiembre de 2019), su compañero de ruta durante 48 años.
«Yo veo a mi marido, en la noche lo sueño tanto, está tan vigente, siento que está conmigo, yo le pongo la mano y siento que él me da la mano también, es de esos amores tan grandes que no puede uno deshacerse de ellos», rememora nostálgica la actriz de El Chavo del 8.
Precisamente con Fernández, María Antonieta recorrió el mundo durante muchos años con su famoso «Circo de La Chilindrina», ella como la creativa y él como el ejecutivo, administrador, representante y publirrelacionista.
Entre ambos se hicieron de un patrimonio económico que les permitiría vivir un retiro sin preocupaciones, pero la atención a los quebrantos en la salud de Fernández, quien hizo también carrera como actor de doblaje y locutor, mermaron su capital.
«Mi esposo siempre fue muy precavido, siempre decía que teníamos que ahorrar para que, cuando estuviéramos viejos, no le pidiéramos nada a nuestros hijos (Gabriel y Verónica). Y nos llegó la vejez y seguíamos trabajando, pero desgraciadamente él se me enfermó mucho.
«Nos fuimos a Perú a hacer una gira y se me puso grave, tuvimos que meterlo al mejor hospital durante un mes. Después, él ya no podía viajar en vuelo comercial, porque estaba muy delicado, así que alquilamos una avioneta ambulancia.
«Llegamos a Toluca, ya nos esperaba una ambulancia que nos llevó a un hospital en la Ciudad de México e inmediatamente lo internaron y entubaron», recuerda.
Pero la situación no mejoró, porque también ella cayó enferma de neumonía.
«Me dijeron que me tenían que internar, me subieron en una camilla y yo vi ‘pediatría’, se me hizo raro que me ubicaran ahí. Me acostaron, luego un doctor llegó, me preguntó cómo me sentía, le dije que estaba bien y le pregunté que por qué me habían subido a pediatría, si no tenía ocho años (como su personaje).
«Le dije: ‘Ya tengo más'», cuenta con humor. «El doctor me dijo: ‘No, señora, leyó mal. Dice: geriatría. Al final, yo leí lo que se me dio la gana».
Tras el deceso de Gabriel, María Antonieta pasó poco más de cinco meses sola. «Sin saber nada hasta de mí», resume.
Había decidido volver a escena este año. En febrero retomó sus presentaciones de «La Gira del Adiós» de su personaje, que caracteriza desde 1972.
Viajó a Estados Unidos para presentarse en California, pero la pandemia la alcanzó y tuvo que posponer sus fechas y resguardarse en casa.
Su última aparición en la televisión fue en 2011, en el melodrama Amar de Nuevo, producido por Telemundo, mientras que en el cine fue en 1994, con la película La Chilindrina en Apuros, dirigida por Juan Antonio de la Riva para Televicine.
Un año después (1995), finalizaron las emisiones de El Chavo. María Antonieta buscó la forma de continuar su carrera con su personaje, pero Roberto Gómez Bolaños «Chespirito», creador del mismo, sólo le permitió usarlo en teatro, pero no en televisión ni cine, lo que los enfrentó en los tribunales.
La amistad entre ambos se acabó y la actriz se quedó con los derechos de «La Chilindrina».
Gómez Bolaños murió en noviembre de 2014 y, a la fecha, de los habitantes de la entrañable vecindad sobreviven ella, «Kiko» (Carlos Villagrán), «El Señor Barriga» (Édgar Vivar) y «Doña Florinda» (Florinda Meza, viuda de Gómez Bolaños).
«La Chilindrina» espera, pacientemente, su regreso a los escenarios, para, de paso, recomponer la situación emocional de su intérprete.
Una de las ofertas que tiene es una película, ni más ni menos que con su amigo Vivar. Aunque no sabe para cuándo se filmará.
«Sé que la trama se desarrolla en un asilo, donde hay muchos viejitos y cada uno tiene su propia historia y una de esas es la de Édgar y la mía. Mi personaje sólo habla con su marido, con nadie más. Resulta, al final, que ella no está viva, que es el fantasma de la señora que se le aparece al señor. Es algo muy bonito», contó.