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Este relato fue compartido por Emmanuel Morales, escritor tamaulipeco de la página Mundo Creepy, quien decidió compartirla.
En 1925 en un pueblo lejano, habitaban sólo 150 personas entre ellos una mujer, la cual se le conocía como “Juana”, una mujer de edad avanzada, con cabello completamente cano y descuidado.
Tenía una nariz prominente era de complexión muy delgada, todo eso junto con su extraña actitud y misteriosa personalidad, la hicieron ganarse el apodo de la “bruja”.
La gente casi no sabía nada sobre ella, simplemente algunos decían que era una de las primeras habitantes del pueblo.
Era muy reservada y casi nunca hablaba con nadie, su pequeña casa era la más lejana junto al río, la cuál era visible frente al resto de las casas que alrededor se encontraban.
De ella se decía muchas cosas, «Que tenía pacto con el diablo, que tenía más de 100 años de edad, que la habían dejado plantada en el altar, etc» pero todos esos eran nomas que rumores y lo único que sabían, era que tocaba el violín, ya que todas las noches a las 9:00 de la noche, se escuchaba el sonido del instrumento, algo así como una melodía melancólica, que ponía con los pelos de punta a los habitantes del pueblo, tanto a los niños como adultos.
Los padres no dejaban a sus niños jugar cerca de la casa de Juana y en el momento en el que se escuchaba el violín, la gente entraba a sus casas, como una especie de costumbre, como si el violín avisara que ya era hora de dormir.
Una noche, se escuchaban gritos desgarradores, llantos, y cosas aterradoras, la gente preocupada, salió a ver lo que sucedía y se sorprendieron al ver que la casa de Juana se incendiaba.
No se sabía que era la causa del fuego, pero mucha gente murmuraba que podría ser una vela que había caído sobre un mantel, ya que en ese tiempo nadie contaba con energía eléctrica.
Al llegar la policía, estos aseguraron no darse cuenta de lo que había pasado, hasta ese día en la mañana y los policías encontraron los restos calcinados de la pobre mujer, se había consumido por completo y como no tenía familia, los policías decidieron enterrarla en el jardín de su casa, todo esto para ahorrarse trabajo para finalmente dar el caso como «incendio accidental»; pero muchas personas se sentían culpables por no hacer nada, aunque sí estuvieron de acuerdo en algo, que por fin se librarían de esa mujer y de la melodía melancólica del violín.
Esa misma noche, varias personas se sentían tranquilos a pesar de lo que había sucedido aquella noche pero al dar las 9:00 p.m y sintieron un escalofrío colectivo pues nadie lo creía, al escuchar ese sonido era inconfundible. Era el violín de la bruja.
Las personas entraron en pánico, entraron a sus casas y taparon las ventanas, sin embargo el sonido era muy penetrante, muchas personas se cubrían sus oídos con sus manos, hasta que finalmente la melodía terminó. La melodía duraba de 3 a 4 minutos igualmente esa no era la excepción, nadie comprendía lo que estaba pasando. Mucha gente pensó lo más obvio, «que la bruja había vuelto para atormentarlos», como días atrás, siempre puntual a las 9:00 p.m.
Una noche, el violín no sonó, la gente se sentía aliviada al no haber escuchado la maldita melodía de siempre, pero estaban totalmente equivocados, pues fue entonces cuando se enteraron de lo sucedido, el pueblo se inundó de lágrimas, el motivo fue que los niños desaparecían cada vez que la melodía no sonaba.
Para 1930 ya no quedaba ni un solo niño, con excepción de uno, que en ese tiempo ya tenía 16 años y que prácticamente ya no era un niño.
La gente no aguantaba más, ellos sabían quien era la responsable de todo esto, fue allí cuando todo un pueblo se reunió; eran ya casi las 9:00 p.m cuando se encaminaron hasta el lugar donde habían sepultado sus restos, pero antes de que ellos se acercaran, todos se quedaron totalmente paralizados pues el violín comenzó a sonar y ellos veían como los restos de la bruja salían de la tierra.
Los habitantes gritaban y la abucheaban y fue allí cuando alguien le pidió que los dejara en paz, pero ella le respondió “Yo no soy ninguna bruja, soy una anciana que le gusta el violín, que necesita tranquilidad, soy alguien común y corriente, pero ustedes me hicieron daño, dejaron que me enterraran allí, ¿no tienen respeto?»… ¡TODOS PAGARÁN!
Fue allí cuando le confesé a mi madre que yo fui con mi amigo a la casa de la bruja porque me enteré que se llevaba a niños y para acabar con esto, prendí fuego a toda la casa.
Al paso de los años me he sentido nervioso pues ya no queda nadie en el pueblo y cada noche se ha escuchado la melodía del violín y ella sabía que yo la había matado.
Yo era el único que quedaba, ya mis padres no estaban conmigo, ella me dejó para lo último, quería que yo sufriera y que muriera de una manera trágica.
Me encuentro sentado, con un café en mi mano y mi escopeta en la otra, hoy ya tengo 60 años, soy un anciano, viví lo que viví y quiero dejar esto en público para que otro lo cuente.
Estoy listo para el final, estoy listo porque soy el último y lo sé, porque el violín ésta noche no sonó.