Por Yuriria Sierra
Deschamps (o la risa en vacaciones)
Son motivos para la risa y risa, pensará el personaje que hoy nos ocupa. Más si está de vacaciones y éstas le aseguran un sueldo neto de un millón 200 mil pesos por año haciendo nada. Multiplicados por cinco. Haga cuentas. Eso es tener suerte. Un contrato de trabajo que le permitió activar las vacaciones que no tomó y, además, le dio chance de realizar otras actividades como, por ejemplo, las legislativas. Que si en la Cámara de Diputados o en el Senado, y vaya que sabemos que ahí, curul en mano, se gana bastante bien. Los motivos para la risa se multiplican y le sobran. ¿Ya dijimos que, además, es líder sindical? Uy, vía libre para el cobro y distribución de cuotas. Le sobran motivos para la risa, pero le faltan manos para contar tanto dinero, aunque, al menos, tiene tiempo libre para gastarlo.
Ése fue el futuro que se quiso asegurar Carlos Romero Deschamps. Vaya que se fue a lo grande planeando su pensión. Sin embargo, hasta ayer dejó de formar parte de la planilla de empleados de Pemex. El exdirigente sindical fue exhortado por Andrés Manuel López Obrador para que dimitiera de su puesto, pues detectaron que, gracias a su contrato de trabajo, podía tomar vacaciones hasta 2024 y regresar cuando se acabara su sexenio. Y, literal, la risa en vacaciones, porque, mientras tanto, seguía cobrando un sueldo de más de 100 mil pesos mensuales. Sus vacaciones de cinco añotes fueron autorizadas porque, durante su gestión en Petróleos Mexicanos, nunca tomó esta prestación.
“Eso lo hace por voluntad propia y también por un exhorto que le hicimos, de que, aunque fuese legal, si así estuviese acordado en las condiciones laborales, considerábamos que era inmoral…”, reveló el presidente en Palacio Nacional la mañana de este martes. Han pasado casi dieciocho meses desde que Romero Deschamps dejó el liderazgo del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, un momento que pensamos que sería de quiebre, que lo veríamos, ahora sí, rindiendo cuentas, pero la fortuna parece que lo sigue abrazando.
Hace más de 20 años fue acusado del famoso Pemexgate, aquel escándalo en el que fue señalado por, presuntamente, desviar mil 500 millones de pesos del sindicato para la campaña presidencial del entonces abanderado priista, Francisco Labastida. Sin embargo, el caso fue desestimado en tribunales. Qué risa. En 2016, aún siendo su líder, el sindicato lo demandó por fraude, pero la denuncia tampoco prosperó. Tres años después, la Fiscalía General de la República reconoció 12 demandas en su contra, algunas por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, pero, a la fecha, sólo tres continúan en curso, el resto, más risa.
Como tantos líderes sindicales, las necesidades de sus agremiados se diluyeron entre tanto exceso. Romero Deschamps es conocido, también, por eso. Sus propiedades, su yate El Indomable, sus relojes o los regalos que se permitió dar su familia: viajes a todo lujo o autos valuados en millones de dólares.
Desde luego que personajes como él, que no el único, representan los vicios de un régimen que todo lo ha permitido, pero nada nos salvará de otro Deschamps si no hay castigo que siente precedente. Sacarlo del mapa sólo funciona para la foto, lo mejor sería hacerlo rendir cuentas o, sin trabajo, este personaje seguirá teniendo motivos para disfrutar su risa en vacaciones.