Por Yuriria Sierra
El mensaje
Lo más estimulante fue ver largas filas. En algunos casos, la espera fue de más de una hora. Todo con tal de sufragar. Una elección intermedia, la más concurrida en 23 años. Vaya manera en que se expresa una división que hoy no se puede negar. Una reacción positiva, los tuits y las sobremesas se transformaron en votos, esta vez en mayor cantidad que hace seis años. Lo hicimos como lo debemos hacer, respondimos ejerciendo un derecho y cumpliendo con una obligación. El del domingo fue un proceso que, en lo general, no cedió ante nadie. Hubo quienes perdieron lugares en las gubernaturas, pero otros que deberán hacerse a un lado en las alcaldías capitalinas, por ejemplo. Y en la elección que era el centro, la renovación de la Cámara de Diputados, el panorama pinta para que los próximos tres años sean las ganas de hacer política de verdad lo que represente a cada grupo político.
Muy bien el Presidente ayer, le bajó el tono a la confrontación. Sabe hoy que, para cristalizar su plan de gobierno, éste deberá avalarse a través del diálogo. No habrá de otra en el Poder Legislativo. Los partidos deberán aprender a escucharse, ahora sí. El domingo, ese más de 52% de mexicanos con edad para votar que acudimos a las urnas, tomamos una decisión basada en lo que vimos al espejo.
Ahora, en consecuencia, es tarea de los grupos políticos que aprendan a verse los unos a los otros. Según el conteo, ya casi con el total de actas computadas, Morena no podrá hacer cambios a la Constitución, como lo habrían podido hacer de lograr la mayoría calificada. Se quedan con la enorme encomienda de hacer trabajo político, de cabildear, de hablar, de convencer a la oposición. Y ésta tiene, a su vez, la responsabilidad de hacer exactamente lo mismo, ahora sí. No confrontar, porque con los números que cada fuerza tendrá en la Cámara, nada lograrán hacer cada uno parado en su esquina y hoy, además, cargan todos con la enseñanza de que la ciudadanía sabe usar su derecho al voto para castigar a quien considera que los ha decepcionado.
Pese a lo podríamos pensar, esta próxima legislatura es una oportunidad para encauzar la vida política del país. Dejar de una vez por todas el discurso del odio y la división, comenzar a construir un camino en conjunto y en trabajo colectivo.
Sonará a lugar común, pero el domingo sí ganó la democracia. Y en momentos como estos, en donde la narrativa de los últimos años ha hecho de la confrontación un elemento cotidiano, es momento para que comencemos todos a construir un mejor diálogo. Los resultados de la elección nos obligan a ello, sobre todo a quienes les corresponde tomar las decisiones en los próximos tres años. A nosotros, como ciudadanos, nos corresponde no perder el espíritu que nos llevó a ser más los que acudimos a las casillas. Tenemos ese chance, ojalá no lo desaprovechemos. Y ellos, los actores políticos, tendrán que comenzar, insisto, por verse, por escucharse, ésa será la única vía para la generación de acuerdos.