El mexicano Gustavo García llevaba 11 años viviendo en Ucrania, donde formó una familia. Con la guerra se convirtió en un desplazado más en Rumania y ve su eventual regreso a México sólo como la última opción.
«Claro, (si no cambian las cosas) regresaría a México, ya no habría más a donde correr ¿no? No nos queremos ir a México ahorita porque prácticamente sería abandonar todo ya. No sería fácil regresar a Ucrania desde allá», señala en entrevista.
«Y tenemos la esperanza de que algo pase y bueno, podamos regresar, pero por el momento no hay plan de regresarnos a México porque en realidad toda nuestra vida está en Ucrania, o sea, mi familia vive allá, pero nuestra casa, todo, esta acá».
El músico y animador, quien trabajaba en Ucrania y en una compañía de barcos, se dio un plazo inicial hasta junio para decidir si se queda en la porteña ciudad de Constanza, Rumania, o bien, emigrar a otro lado.
Acapulqueño de nacimiento, aunque parte de su familia habita en Cuernavaca, García fijó ese plazo porque en junio termina el préstamo de la casa que habita actualmente junto con su esposa ucraniana y sus dos hijos, de 10 años y 5 meses de edad.
«Tengo que regresar a trabajar en abril a dar shows en los barcos, hay que seguir generando dinero y estoy dejando a mi familia aquí en Rumania, estoy tratando de arreglar los pasaportes para mis niños, (…) necesito dejarlos protegidos con pasaportes mexicanos», comenta.
«Todo puede pasar, hay rumores de que la OTAN podría ingresar a la guerra y como Rumania es país vecino de Ucrania, también sería una cuestión de salir de aquí, no sabemos, todo puede cambiar, pero si las cosas cambian de aquí a junio podríamos regresar a ucrania… o irnos a México».
García aún no considera su regreso a México porque, además de que significaría alejarse mucho más de Ucrania, la adaptación para su familia sería más complicada y larga que en Rumania.
«Si para mí sería difícil, imagínate para ella (esposa), que dejó a su mamá, que se quedó en nuestra casa en Odesa, a su hermano, que no pudo salir por las reglas que hay. Los veo muy tristes, me tengo que hacer más fuerte, les he platicado que en el peor escenario tendremos que movernos a México y que quizás tengan que aprender el idioma, los quiero preparar en caso de algo, pero ojalá no tenga que ser así», se sincera.
«Hemos tratado de ser positivos y el hecho de estar en un país cercano como que ayuda un poco en la cuestión de decir: ‘bueno, hay esperanza de que podamos regresar en seis horas’, va ser muy difícil si decidimos ir a México porque hora sí va ser un océano de distancia y culturalmente sería otra cosa, no es como venir a Rumania, donde las costumbres son parecidas, el país es parecido, que irnos a México donde va ser un choque cultural mayor».
El mexicano y su familia lograron salir de Ucrania después de 60 horas de trayecto en auto; cruzaron por la frontera con Moldavia y de ahí se dirigieron a Constanza, a unas dos horas de la capital Bucarest.
«Somos víctimas de un juego geopolítico entre lo que es la OTAN, Estados Unidos, Rusia, y Ucrania también, todos comparten una culpabilidad para con nosotros los civiles, esto pudo haberse evitado con un acuerdo», critica.
«Es momento para que el mundo reflexione con qué clase política estamos viviendo alrededor del mundo, a final de cuentas los que pagamos todo somos nosotros, los que no tenemos nada que ver, y los niños, que ni siquiera entienden esto».