Este 19 de marzo se cumplen 140 años de la colocación de la primera piedra de la Sagrada Familia en Barcelona. Esta basílica, patrimonio mundial de la UNESCO, será el templo más grande del mundo cuando se termine… puesto que todavía es una obra en construcción.
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De momento las obras de la basílica van a buen ritmo, pero aun así falta todavía mucho por hacer. La Sagrada Familia prevé que este año acabarán las torres de los Evangelistas Lucas y Marcos, y que podrán elevar la torre de Jesucristo al menos tres niveles más. Esta torre, la más alta con más de 172 metros, podría estar lista en 2026 si se recauda lo suficiente con la venta de entradas a la basílica.
El pasado 8 de diciembre se colocó la estrella que corona la torre de la Virgen María, con un diámetro de 7,5 metros y un peso de 5,5 toneladas.
Un templo universal
«Vendrá gente de todo el mundo a ver lo que hacemos», solía decir el creador de esta maravilla, Antoni Gaudí, y no se equivocó. Antes de la pandemia, en 2018, más de 4 millones de personas visitaron el templo, la mayoría italianos, seguido de estadounidenses, que son el 20% de los visitantes. Le siguen turistas del resto de Europa, Corea del Sur y China. Pero también se abren las puertas de manera gratuita a personas desempleadas y a visitas escolares, benéficas y religiosas.
El plan de Gaudí
La idea inicial de Antoni Gaudí era la creación de un templo provisto de unas 18 torres, las más bajas, unas doce que representan a los apóstoles, son las destinadas a las dos fachadas y miden entre 98 a 120 metros de altura. Las seis restantes estarían en el centro de la basílica y sobre el ábside, y tienen diferentes alturas. Hasta la fecha ya se han construido 8 de las 18 torres. Cuatro de ellas, de unos 135 metros, representan a los 4 evangelistas y escoltan a la torre central, rematada con una cruz de más de 172 metros de altura que representa a Cristo. La última torre, que simboliza a la Virgen María, tiene 138 metros y está sobre el ábside.
Además de las torres, hay 3 grandes fachadas ricamente decoradas con esculturas y ornamentos que reflejan la vida de Jesús, a un ciprés que simboliza el árbol de la vida y a la montaña de Montserrat, donde está alojada la patrona de Cataluña.
En su interior, la planta del templo es la tradicional de cruz latina, con una nave central de 45 metros de altura y una superficie de 4.500 m2.
Gaudí fue el arquitecto del templo desde 1883 hasta 1926 cuando murió atropellado por un tranvía. El arquitecto actual de la basílica es Jordi Faulí y, según los últimos cálculos, el templo está construido en un 70%… por lo que todavía queda mucho por hacer.
Faulí, el arquitecto de la Sagrada Familia
Se llama Jordi Faulí, es bajo, muy menudo, le gusta caminar por las naves de la basílica, detenerse a observar sus bóvedas, su bosque de columnas sosteniendo la estructura gigantesca… Él también tiene un reto gigantesco: continuar con la labor de Gaudí, un arquitecto cuya imaginación y fe rompió los esquemas de la época. Faulí lleva años tomando el testigo de Gaudí, intentado ser lo más fiel al espíritu del genial creador catalán.
Al templo lo conoce desde niño, vivía muy cerca y jugaba en la plaza donde se levanta ahora la basílica. Dice Faulí que la obra se construye gracias al pueblo, por sus donativos, por eso es una «esperanza para la humanidad”.
Faulí trabaja con un amplio grupo de colaboradores, colaboradores que lo son también de Gaudí y que siguen las indicaciones de su proyecto «para hacerlo con belleza y calidad», y espera que cuando dentro de 100 años alguien hable de la Sagrada Familia «piense sólo en Gaudí, no en nosotros, nosotros ya habremos desaparecido, y esperamos haber sido unos buenos colaboradores con nuestro equipo».
El lenguaje de Gaudí
Faulí asegura que el genio al que ahora le está acabando el trabajo quería expresar la fe cristiana con la fórmula de la arquitectura. Y lo hace a través del amor y el dolor, con temas como el nacimiento y la pasión de Cristo en las portadas. «Y en las naves, allí está el espacio para la Eucaristía y para las personas, que se sienten acogidas y que tienen sentimientos de elevación, y allí planteó una gramática nueva para la arquitectura».
Y esa gramática, añade Faulí, se la explicaba el viejo arquitecto a sus colaboradores cada sábado cuando acudían a las obras. Gaudí ayudaba sus explicaciones con sus bocetos, planos y maquetas elaboradas del templo. Y estas charlas quedaron impregnadas en la memoria de estos jóvenes. Y cuando murió Gaudí, estos publicaron libros que recogían esta gramática e incluso fotografías de las maquetas. Maquetas que fueron destruidas durante la Guerra Civil española que asoló el país desde 1936 a 1939. Pero gracias a estos libros, Faulí y su equipo siguen escribiendo sus propios renglones, pero en la gramática arquitectónica de Gaudí.
Antoni Gaudí
Quizás es el arquitecto catalán y español más admirado en el mundo, autor no sólo del templo de la Sagrada Familia, sino también de obras urbanísticas impresionantes dentro del llamado modernismo catalán. Muchas de ellas están en la ciudad de Barcelona, como el espectacular Park Güell y sus pabellones, la Casa Vicens, la Casa Batlló o la Casa Milà. Gran parte de su obra forma parte del patrimonio de la humanidad de la Unesco.
Gaudí combinaba un tipo de arquitectura realmente novedosa, donde las estructuras parecen tomar vida imitando, sobre todo, el mundo vegetal.
Nació el 25 de junio de 1852 en Reus, Cataluña. Hijo de un calderero, desde pequeño ya sobresalía por sus conocimientos matemáticos, en especial de geometría y aritmética. Desde que trabajaba en el taller de su padre, en 1860, le gustaba aprender de los artesanos. Para sus proyectos no dudaba en probar nuevas ideas y aprender de los errores, le gustaba mucho trabajar con maquetas, algo que siguen haciendo ahora sus sucesores. Hombre de profunda fe religiosa, admiraba las formas de la naturaleza que luego supo plasmar en sus obras arquitectónicas.
Dedicó los últimos 12 años a trabajar en el templo de la Sagrada Familia, hasta que un tranvía acabó con su vida en un accidente ocurrido el 7 de junio de 1927.