Invitado por Wynton Marsalis, el pianista Isaiah J. Thompson, apenas veinteañero, participó en la banda sonora de la película Huérfanos de Brooklyn (Motherless Brooklyn) como parte del selecto quinteto del trompetista.
Según el director de la cinta, Edward Norton, la banda sonora fue resultado de la mezcla de tres genios: Thom Yorke, Daniel Pemberton y Marsalis, e incluyó dos versiones de Daily Battles, la balada triste de Lionel Essrog, el protagonista, una escrita por el primero y otra con un arreglo del tercero, y la cual evoca las imágenes del club de jazz de Harlem de los años 50 retratado en el filme.
«Tuve la suerte de conocer a Marsalis a los 16 años y, desde entonces, siempre me ha ayudado y enseñado», comparte Thompson en entrevista vía telefónica previa a su debut en México este sábado en El Cantoral.
«(La película) fue una experiencia extraordinaria: me pidió tocar con él, y es sólo uno de los proyectos en los que hemos trabajado juntos, pero ése fue especialmente divertido porque es distinto cuando trabajas en una película e intentas apoyar artísticamente lo que está sucediendo con los actores».
Thompson asegura que si Marsalis, reconocido por cuanto sabe de música e historia, le ha dedicado mucho tiempo, está seguro de que otros miles de personas en el mundo podrían decir lo mismo, y ni siquiera puede imaginar de dónde el trompetista saca el tiempo para ayudar a tanta gente.
Originario de West Orange, New Jersey, comenzó a tocar el piano a los 5 años y participó en programas de jazz para niños y jóvenes antes de ingresar a The Juilliard School a los 18 años.
Poco después, en 2019, ya trabajaba en Huérfanos de Brooklyn.
Él, director de banda y compositor, se considera más un jazzista que un pianista.
«Sólo puedo tocar como yo mismo y, con suerte, conectar con la gente», dice. «No trato de ser el mejor pianista de todos los tiempos; sé que no lo sería. Sólo trato de ser yo y la gente que me escuche conecte con eso».
Con Marsalis y la Jazz at Lincoln Center Orchestra grabó el álbum Handful of Keys, pero su disco debut como líder, Isaiah J. Thompson Plays The Music Of Buddy Montgomery (2020), está dedicado a Charles «Buddy» Montgomery, un músico que, considera, ha sido relegado injustamente en la historia del jazz. Fallecido en 2009, el vibrafonista y pianista era el hermano menor de Wes Montgomery.
«No se habla lo suficiente sobre Buddy Montgomery, un músico que tocaba un buen jazz, influido por el gospel, R&B y otras tantas cosas que también me han influido. Pero no hay duda de que lo que hacía era jazz. Conecto también con su manera de componer y de tocar. Pienso que hay muchos artistas, sobre todo artistas negros, especialmente en jazz, cuya música no se ha tocado lo suficiente», expone.
La revista Downbeat alabó el álbum como «un tesoro de joyas raras»: «Hace gala de una gran comprensión de los maestros del pasado, con un enfoque rítmico muy marcado y una paleta armónica inspirada en el jazz, el gospel y el blues».
Thompson creció escuchando sobre todo R&B y gospel, que era lo que sus padres oían en la radio en casa.
La obra de músicos relegados está en la órbita del interés de Thompson.
«Eso es algo que me interesa, tocar la música de los jazzistas de los que realmente no sabemos qué escribieron, porque pienso que es muy importante para mantener la continuidad del jazz, escuchar lo que los jazzistas están escribiendo, y es algo que seguiré haciendo», dice.
Algunos percusionistas como Ulysses Owens valoran a la batería como la locomotora de una banda, el motor que la mueve. Y Thompson, pianista, no discrepa al respecto.
«Creo que todo el mundo es un baterista y que todo el mundo debería serlo. Lo que quiero decir es: poner atención al tiempo, que es ritmo. Gente como Thelonious Monk dirías que es un baterista por la manera en que toca», añade.
«Como dije, a veces me siento raro cuando la gente me llama pianista, siento que conecto más con la batería». Aunque con el piano, ataja, dispone de una orquesta.
Thompson encuentra que el jazz es capaz de contener todo aquello que él aprecia en la música, y por eso conecta con el género. Fue el jazz el que lo hizo enamorarse del piano.
«Me gusta decir que el jazz es mi sistema de creencias».
Aun así, como músico de jazz, opina que en Estados Unidos el género es la música menos respetada y todavía menos escuchada.
«Si pongo a Louis Armstrong y ando por ahí con una bocina, la gente sonreirá, pero si pregunto a la gente de mi edad: ¿Les gusta el jazz?, me dirán que no. Aunque me parece que la mayoría ni siquiera ha escuchado lo que yo considero el verdadero jazz», señala.
Y lo que Thompson considera como el verdadero jazz «proviene del blues y de la gente negra».
«El jazz proviene del blues, supone diversidad. Cuando escuchas el dolor también encierra esperanza; proviene de la tribulación, pero también es esperanza».
Vivimos, dice, en una cultura donde se relega al género, donde se le trata como música de fondo para un comercial.
«A veces (ser jazzista) se siente como librar una batalla cuesta arriba».
Antes de su concierto en México, impartirá una clase magistral gratuita en El Cantoral, y espera comunicar su mensaje a los jóvenes músicos: poner mucho esfuerzo en su trayectoria más que pensar en el éxito.
Su presentación con su cuarteto, la primera en el País, sucederá dentro del ciclo NY Jazz All Stars. Sábado 26 a las 20:30 horas, en Puente Xoco S/N, Puerta A, Col. Xoco.