Unos quinientos años antes de nuestra era, vivió en China e impregnó de pensamientos al mundo un filósofo llamado Confucio. Soñador como todo nativo del signo zodiacal Libra, este pensador se abocó a la tarea de diseñar un mundo mejor, sabiendo que para construirlo es necesario que existan mejores seres humanos.
Fue así que un día el buen filósofo se concentró en un aspecto que nos preocupa y nos ocupa a todos desde que el mundo funciona como lo hace hoy en día: el trabajo.
Su mente, magistral y suspicaz, nos regaló una frase que quedaría para la posteridad y que cada día cobra más vigencia:
«Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida.»
Esta sabiduría nos abre la puerta a un mundo que muchos quisiéramos, pero que nos parece una utopía: vivir sin trabajar. Cuando hacemos lo que nos mueve la fibra interior, dejamos de considerarlo un trabajo y ocho horas resultan insuficientes para dedicarle a lo que nos parece tan hermoso. El tiempo vuela
La pasión por el trabajo es igual a no trabajar
Muchas personas temen tanto la proximidad del lunes, que los domingos por la tarde su ánimo comienza a consumirse y a apagarse a medida que la luz del sol se va a atenuando.
Al día siguiente, cuando suena la alarma, sienten que el mundo se les viene abajo: se aproximan cinco días de calvario psicológico.
¿Realmente nos merecemos vivir así? ¿Es justo pasar la tercera parte de nuestra vida en un lugar que no queremos estar haciendo lo que no queremos hacer?
Definitivamente, la respuesta es no.
Ahora nos toca enfrentar la realidad de cómo lograrlo. Si fuimos criados bajo el concepto de que hay que trabajar en lo que nos dé más dinero, probablemente hayamos descartado convertir nuestros sueños en una profesión. Como si esto fuera poco, si nos dijeron que «éramos malos» en aquello que nos apasionaba, entonces nuestro anhelo terminó lapidado de por vida.
Pero este es el momento de cambiar tu realidad y hacer posible lo que siempre creíste irrealizable.
¿Cómo trabajar de lo que me fascina?
Resulta evidente que si trabajas en un banco, tienes treinta y cinco años, y tu pasión es vivir del baile clásico, esto es algo que no podrá darse de la noche a la mañana, sino que requerirá de un proceso y de tu capacidad de adaptación a la realidad.
Veamos los pasos a seguir para dedicarte a lo que amas:
- Fórmate: toda pasión que quiera ser desarrollada profesionalmente requiere de una formación y toda formación de un sacrificio. Tendrás mucho menos tiempo libre en esta etapa, pero será en pro de vivir la vida que quieres en breve.
- Encontrar el nicho de mercado: si tu caso es literalmente querer vivir de la danza y nunca has bailado, es importante que abras la mente a las posibilidades que el mercado tiene para ti. En este camino, no podemos dejar de ser realistas y creer que después de unos meses de tomar clases de danza nos llamarán del Bolshoi. Sin embargo, hay puertas que la danza abre, tales como ser el complemento ideal para dar clases de baile en modalidad aeróbica o impartir clases para niños en instituciones escolares. Si te lo propones, podrás vivir de la danza, pero tal vez no del modo en el que concebiste cuando aún transitabas tu infancia.
- Tender redes: existen casos de amas de casa que a los cuarenta y cinco años hicieron el curso de enfermera y se recibieron; de bancarios que obtuvieron su título de instructores de hip hop y de empleadas domésticas que se recibieron de masajistas profesionales después de trabajar veinte años haciendo la limpieza de múltiples hogares. ¿Cuál fue su secreto? Las redes. Y hoy más que nunca este concepto tiene una fortísima vigencia, ya que desde la palma de nuestra mano podemos tender cientos de redes. La idea es dar a conocer lo que hacemos para que nuestro público potencial sepa que puede contar con nosotros para ello o incluso recomendarnos si le pregunta por, por ejemplo, un profesor de matemáticas.
- No temas en trabajar para otros: por supuesto que el sueño de todos es tener nuestro propio emprendimiento. Sin embargo, no es tan sencillo, en especial si recién entras en el negocio. Imagínate que obtienes tu diploma de estilista, eso no significa que estés en condiciones de llevar adelante un salón. Lo mejor es comenzar trabajando para otros y absorber las características, trucos y desafíos del negocio. Una vez los hayas hecho tuyos, estarás en condiciones de poder lanzarte por tu cuenta.
Recuerda que despertar cada día y saber que tienes por delante ocho horas para hacer lo que en su momento consideraste un hobby, te convertirá en un verdadero amante de tu trabajo.