El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) alertó sobre el impacto de la violencia en la prestación de servicios de salud en México.
En su Balance Humanitario 2021/2022, presentado ayer, reporta al menos 32 agresiones a personal e instalaciones de salud, no vinculados con el contexto de la pandemia de Covid-19.
«Los niveles de violencia que se se registran en diversas partes de México afectan de forma directa e indirecta a muchas familias. Existen zonas donde comunidades en situación vulnerable ven obstaculizado el acceso a servicios esenciales, incluyendo la atención médica», indica.
Jordi Raich, jefe de la Delegación Regional del CICR para México y América Central, remarcó que para la institución es una prioridad el respeto al personal de salud y su protección.
Dicho personal, indicó, está protegido por la legislación internacional y brinda un servicio indispensable para la población.
«Atacar una ambulancia o destruir un puesto de salud no afecta sólo a las personas que trabajan ahí, deja sin acceso a la salud a miles de personas», refirió.
El Balance advierte que las altas tasas de violencia armada continúan generando graves consecuencias humanitarias en México y Centroamérica.
Raich señaló que se registra un «coctel tóxico» compuesto por los efectos de la violencia, la pandemia de Covid-19 y el cambio climático, que a su vez han propiciado un incremento en la migración y el desplazamiento forzado.
Subrayó que se trata de asuntos complejos que requieren la acción decidida de gobiernos, sociedad civil y organismos internacionales.
En 2021, apuntó, continuaron las desapariciones, se registraron nuevas migraciones forzadas y la violencia afectó el acceso de comunidades a la salud y a la educación.
«Además de efectos visibles como los homicidios, la violencia tiene efectos invisibles profundos: mata en vida a personas, comunidades, familias», alertó.
En tanto, agregó, es cada vez más evidente el impacto del cambio climático sobre los sectores más desfavorecidos, como lo muestran la mayor intensidad de los ciclones y la sequía.
Miguel Ramírez, jefe de operaciones del CICR en México, urgió a evitar la «normalización» de la violencia.
«Perder un hijo o un familiar por la violencia es la historia de decenas de miles de personas en México», lamentó.
«La violencia, infortunadamente, forma parte de la vida cotidiana de muchas comunidades, tanto que, en muchos casos, hemos terminado por normalizarla, por aprender a vivir con ella y por resignarnos».