¿Cómo se ha construido en México la cultura del narcotráfico?
En ello se adentra el escritor y académico Oswaldo Zavala, profesor de The College of Staten Island y de la City University of New York, en su libro más reciente.
En La guerra en las palabras, Una historia intelectual del narco en México (1975-2020), publicado bajo el sello de Debate, el escritor ahonda en cómo entraron cronológicamente al vocabulario de los mexicanos conceptos como «buchón», «sicario», «cártel», «levantón» e, incluso, «la guerra contra las drogas».
Un itinerario intelectual que comenzó cuando Zavala era reportero en Ciudad Juárez, Chihuahua, durante los años 90, con una visión disidente del fenómeno del narco.
«El modo del que se hablaba de estas organizaciones o de lo que supuestamente ocurría en ciudades como Juárez provenía de un discurso y una manera de presentar los hechos que provenía de las instituciones en México y, desde luego, Estados Unidos.
«Iban imponiendo un sentido, una explicación, una forma de pensar y de percibir la violencia que empezaba a ser cada vez más preocupante desde entonces. Había una disputa sobre cómo entender simbólicamente, y luego como periodistas, los hechos, porque las instituciones decían cosas que no necesariamente correspondían con lo que estábamos viendo como reporteros», explica el chihuahuense.
Se trataba de una historia construida desde un discurso oficial que manufactura mitos, personajes y fantasías para explicar la inseguridad y la violencia.
Zavala empezó a estudiar literatura sobre el narco en 2007 para pensar la ficción sobre el tema y extenderlo a muchos otros productos culturales.
«Me di cuenta muy rápido de que lo que sucede en esto que llamamos, de modo muy laxo, ‘narcocultura’ es que se repite la misma historia: la idea de los cárteles en posesión del territorio y en disputa, generando la violencia y la guerra; los actores que se repiten: jefes, sicarios, operadores financieros, (Jesús) Malverde, buchón, buchona… estos personajes que parecen loterías y que se organizan alrededor del concepto ‘narco'».
Y en estos andares, Zavala se convenció de que no se estaba representando una realidad, sino construyendo y legitimando ese discurso oficial, replicado en la música, la televisión, los libros, incluso el arte.
En las páginas, se entrega entonces a historizar sobre cómo los mexicanos fueron aprendiendo ese lenguaje desde los años 40 hasta la actualidad, desde el asesinato de Enrique Camarena, agente de la DEA, por por Rafael Caro Quintero, hasta llegar a la estrategia del Gobierno de Felipe Calderón: «la guerra contra el narco».
Por otra parte, Zavala advierte que el discurso de que los cárteles controlan al País, incluso las narrativas que afirman que el Gobierno no es capaz de controlarlos o que está rebasado, son lugares cómodos para el mismo Estado, y sirven para justificar una política de exterminio de poblaciones marginadas y empobrecidas, pero con la ficción de un solo enemigo omnipotente que necesita la militarización.
Finalmente, aunque construir otro lenguaje, que sea crítico y contestatario con la historia oficial, es complejo, Zavala cree en la posibilidad de empezar a cuestionarlo.
Y a ello se entrega el libro.