Oscar Ballesteros
Con 10 años de servicio como paramédico en Cruz Roja, Reynaldo Valtierra Sánchez perdió la batalla en contra de la leucemia, familiares, compañeros y pacientes a quienes atendió y quedaron marcados por la atención y compromiso con el que él laboraba.
El servicio dentro de la Cruz Roja significó mucho para él, pues dedicaba todo su esmero en el trabajo, “vivía en la Cruz Roja, es muy conocido por muchos pacientes, lo saludaban en la calle”, comentó Adriana Silva, esposa del paramédico.
Esto se debió a que a lo largo de todos los años brindando atenciones, él buscó dar un trato integral para cada uno de sus pacientes, lo que generó que ellos lo recordaran y estuvieran junto a él y su familia hasta sus últimos momentos.
Estos, a la par de sus compañeros dentro de la misma institución que se encargaron de apoyarlos, igualmente que la clientela de una imprenta que también tuvo “él se dio cuenta que tenía muchas amistades, amistades que él no sabía que tenía, él decía ‘tengo conocidos’, a raíz de la enfermedad hubo mucha gente que no pensaba que estarían ahí, sus compañeros de Cruz Roja, tiene una imprenta, sus clientes siempre han estado al tanto”, señaló su esposa.
Lo laboral, pese a mostrar un desempeño sobresaliente en su servicio, estuvo lejos de opacar su papel como padre de 2 pequeñas, quienes fueron su motor para luchar en contra de su enfermedad.
“Era un padre muy cariñoso, no era regañón, era muy apapachador, por lo mismo que pasaba mucho tiempo trabajando, le daba mucha calidad al tiempo con sus hijas (…) me decía que no quería dejar a sus hijas porque estaban muy pequeñas, que todavía lo necesitaban”, mencionó.
Con su partida Reynaldo deja un conjunto de muy buenos recuerdos a su familia, a su esposa Adriana con quien formó una familia por 16 años, criando a María Fernanda y Jimena de 14 y 12 años, a quienes nunca dejó solas a pesar de mantenerse siempre al tanto en su trabajo.
La batalla en contra de la enfermedad le presentó una situación de estrés absoluto durante sus últimos días, al estar inmerso en el mundo de la medicina, él ya tenía conocimiento de los efectos de su padecimiento, por lo que fue aún más su sufrimiento sabiendo los pormenores y qué podría suceder de acuerdo al desarrollo.
A la par del estrés mental, situaciones complicadas llegaron a su familia “primero que todo cambiarnos de casa a la casa de mi mamá, porque ¿quién se iba a ser cargo del cuidado de nuestras hijas? (…) estar hasta 1 mes y medio en Monterrey, lo internaban sin salir”, señaló Adriana.
Además, del sufrimiento que conllevó estar recibiendo las quimioterapias, y ella como esposa tener ambas preocupaciones, pues tenían alejadas a sus hijas.
Al final, todo esto se conjuga en que él jamás dejó de pelear por superar su padecimiento, y son muy gratos los recuerdos que deja en sus familiares, compañeros y el sinfín de pacientes que atendió a lo largo de su gran trayectoria como paramédico.