Por José Elías Romero Apis
Los tribunales de justicia están obligados a visualizar un panorama global y profundo. Son muchos los factores de cambio que impactan el trabajo de los órganos de impartición. Para ello deben tener tres ópticas esenciales. Tener vista, para ver todo lo que pasa. Tener visión, para ver todo lo que va a pasar. Y tener videncia, para ver aquello que no todos pueden ver.
Todo ello requiere de una estrategia como la que han aplicado en el tribunal mexiquense, su presidente Ricardo Sodi, los consejeros, los magistrados, los jueces y el equipo de apoyo. Lo han llamado Visión Prospectiva 2050 y significa trabajar para resolver las cuestiones presentes y las del próximo cuarto de siglo. Los gobiernos mexicanos casi nunca saben pensar en los próximos 25 meses, mucho menos en los próximos 25 años. Por eso es excepcional y valioso.
Podemos mencionar, por lo menos, siete factores y eventos que el directivo judicial debe tener en cuenta todos los días de su mandato. Qué bueno que lo están haciendo.
El primero sería el cambio de ley y pongamos un ejemplo más que real. Hace 40 años, varios mexicanos iniciamos la propuesta de cambios en el proceso de divorcio, hasta entonces muy lento, muy caro y muy sufrido, sobre todo para la mujer y para la familia. Por eso, era una práctica muy rara en la familia mexicana.
Fuimos avanzando y hasta “se nos pasó la mano”. Hoy, los tribunales del país no se dan abasto con los divorcios y las controversias familiares. Hay juzgados que tienen que resolver 600 actuaciones diarias. ¡Más de una por minuto! Su personal suele quedarse hasta 6 horas después de su salida. Se han tomado medidas, pero se requieren muchas más para el futuro. Sin todas las comodidades en organización, en personal y en presupuesto. Pero se está haciendo.
En segundo lugar, están los cambios competenciales. Menciono que hace unos años la justicia laboral pasó de las antiguas juntas de arbitraje a los tribunales ordinarios. Otra inundación de trabajo que ha requerido capacitación, especialización, organización y financiamiento.
En tercer lugar, menciono los cambios ideológicos. Un caso fue la lucha por el respeto a los derechos humanos iniciada hace 30 años. También en eso yo fui de los “guerrilleros” que nos convertimos en legión. Pero nuestros afortunados éxitos han creado presiones sobre los tribunales. Órganos de control, visitadurías, contralorías, organizaciones autónomas, colectivos sociales y muchos otros frentes de acción. Por cierto, remediando un rezago de décadas, el tribunal mexiquense recién estableció una visitaduría interna para vigilar, para sancionar, pero, sobre todo, para prevenir y para remediar.
En cuarto lugar, el cambio temático. Como ejemplo, las nuevas normas, los nuevos delitos y los nuevos delincuentes. En sexto lugar, el cambio de percepciones. En buena hora que hoy se confía más en la justicia, pero eso incrementa la demanda judicial. Por último, el cambio institucional, que va desde una nueva orientación de percepción de género en las sentencias hasta hacerlo el tribunal con más juzgadoras mujeres que tenemos en México.
El Estado de México es la entidad más poblada y, por lo tanto, la que más justicia demanda y requiere. Es el estado donde hay más asalto de transporte público. Eso se repite a diario. Pero casi nunca se dice que es el tribunal que a más feminicidas ha sentenciado en todo el país.
Así, se ha logrado actuar sobre el presente y sobre el futuro. Han logrado hacer un tribunal que resuelve un 140% más de asuntos que su más cercano en la tabla. Que, muy al estilo mexiquense, ha puesto sus avances a disposición de los demás tribunales mexicanos. Les ha ofrecido “el remedio y el trapito”. Sus ideas, sus capacitadores, sus cursos y sus experiencias. Su nueva ley orgánica y sus innovaciones de vanguardia. Que la gran ecuación mexicana del futuro consiste en compartir más que en competir.
La visión 2050 de la justicia nos amplía el viejo anhelo de una justicia para todos con el nuevo anhelo de una justicia para siempre.