El Miércoles de Ceniza da inicio a la Cuaresma y finaliza con la Pascua; esta temporada se caracteriza por sacrificios y “penitencias”
La Semana Santa marca la recta final de la Cuaresma, un periodo de 40 días dedicado al ayuno y oración para conmemorar el tiempo que pasó Jesucristo en el desierto y su llegada a Jerusalén para su crucifixión.
Esta semana de cinco fechas especiales tiene gran relevancia en la iglesia cristiana a tal punto que es la más importante de todo el año.
Los fieles seguidores de la iglesia y de la historia que trae consigo sobre la existencia, muerte y resurrección de Jesús siguen una serie de reglas que limitan el consumo de ciertos alimentos y el goce de actividades placenteras durante la Semana Santa y días específicos desde que inicia la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza.
Estas reglas son más flexibles en la actualidad, pero años atrás la iglesia obligaba a los fieles a cumplirlas.
El Concilio Vaticano II de 1962 relajó las reglas sobre lo que no se debe hacer en Cuaresma debido a que las reglas cuaresmales, conocidas como penitencias, eran difíciles de cumplir, en especial la dieta.
Antes de este año, en cada día de la Cuaresma y durante toda la Semana Santa se prohibía comer carne roja y se pedía sustituirla con pescado y una dieta mediterránea, como la que Jesús, según la historia, siguió por su viaje en el desierto.
Durante su caminata de 40 días para orar y ayunar, fue tentado por el diablo para comer después de ayunar, pero él se negó siguiendo la palabra de Dios, según relata el pasaje Tentaciones de Jesús del Nuevo Testamento, en los evangelios Mateo 4, 1-11; Marcos 1:12-13 y Lucas 4,1-13.
Asimismo, se exigió renunciar a los placeres significativos para la vida y reflexionar sobre ello como la comida, diversiones, ocupaciones de la vida cotidiana, distracciones y alegrías comunes.
Por el contrario, se exigió y ahora se sugiere que cambien estos placeres de la vida por servicios voluntarios, obras de caridad, limosna, oración, ayuno y reflexión.
El Código de Derecho Canónico, reconocido por el Vaticano y sugerido para su seguimiento desde 1983 por promulgación de Juan Pablo II, enlista los requisitos mínimos y prohibiciones actuales para que los católicos romanos vivan la temporada cuaresmal y reciban la Semana Santa.
Las exigencias dietéticas se redujeron para cumplirse sólo en el Miércoles de Ceniza, cada viernes de la Cuaresma y la Semana Santa:
1. Poder 1250. Los días y tiempos de penitencia en la Iglesia universal son todos los viernes de todo el año y el tiempo de Cuaresma.
2. Poder 1251. La abstinencia de carne o de cualquier otro alimento, según lo determine la Conferencia Episcopal, debe observarse todos los viernes, a menos que una solemnidad caiga en viernes. La abstinencia y el ayuno se observarán el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
Por su parte, los fieles pueden hacer sus penitencias a su manera sin la necesidad de renunciar a algo durante estos días, sólo deben agregar oración diaria, hacer obras de caridad y cumplir con los días de ayuno.