Vianey Esquinca
No mentir
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado hasta el cansancio que la máxima convicción que deben seguir quienes forman parte de su movimiento es: “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”. Ninguno de estos elementos se cumple, por supuesto, pero no por eso él deja de repetirla.
Integrantes de Morena, las corcholatas y toda la gente a su alrededor piensan que como el Presidente miente una y otra vez en su mañanera y que, cuando lo cachan, le echa la culpa a la derecha y a los conservadores, pueden imitarlo sin que pase nada. No es así, el teflón que la popularidad le da al tabasqueño no se traslada automáticamente.
El caso más reciente le sucedió a la diputada con licencia Andrea Chávez, quien en menos de 12 días se empantanó al grado de poner en riesgo, no sólo su carrera política, sino también afectar peligrosamente la campaña de Adán Augusto López, de quien es su coordinadora.
Todo inició cuando el 26 de junio, cuando se filtró una fotografía de familiares de la morenista viajando en un avión privado, presuntamente perteneciente a la Secretaría de la Defensa. La primera reacción de la exdiputada fue señalar mediante un tuit que eran los conservadores quienes insistían con su campaña de desinformación y guerra sucia: “Calumnian porque durante estos años no han construido nada que puedan presumir o defender. Están agresivos y violentos, pero sólo es miedo: saben que no volverán”. Negó el hecho y siguió el guion presidencial.
Un día después, puso un tuit sobre este mismo tema: “La oposición no necesita elegir a ninguna corcholata, total: no tiene posibilidad alguna de figurar en 2024. Lo único que necesitan son mejores clases de Photoshop: que mejor formen un Frente Amplio de Diseñadores Gráficos”. Lo acompañó con una fotografía manipulada de ella en un avión privado. Con este post, Chávez dio a entender que la fotografía de sus familiares era un montaje.
El 30 de junio, toda vez que el tema se mantenía en las redes y en la conversación mediática, subió un video de casi 2 minutos en el que comete varios errores de sentido común. El material que intentaba culpar de la filtración de la foto a la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, develó sus verdaderos intereses políticos: ser la próxima gobernadora de la entidad.
Incurre, además, en varias equivocaciones en una sola frase, se alaba, olvidando que elogio en boca propia es vituperio, involucra el Presidente y olvida que, a explicación no pedida, culpabilidad manifiesta: “¿A una joven juarense de 26 años, sin apellido ni padrino político y cuya trayectoria legislativa ha sido aplaudida incluso por el presidente López Obrador”. Termina el video haciendo un guiño y emitiendo una risa coquetona, queriendo transmitir una despreocupación y una complicidad, ¿con la audiencia? Sólo ella sabrá qué tenía en la mente.
El día de ayer no le quedó otra que dejar de lado la soberbia y, después de casi dos semanas de ir y venir, tuvo que reconocer que su familia sí había viajado en un avión privado o “un servicio de taxi aéreo”, como lo llamó, pero no de la Sedena. Intenta hacer una especie de video emotivo fallido porque, evidentemente, está leyendo. Todo mal.
La juventud no es pecado, todo lo contrario, significa el relevo generacional. Sin embargo, permitir que Chávez se equivocara tanto en tan pocos días, habla de una falta de experiencia y asesoría. Un descuido que puso en aprietos la campaña del exgobernador de Tabasco y que puede desencadenar que la joven ya no forme parte de su equipo.