Abandonado por su esposa, con el refrigerador vacío y sin energía para salir adelante, un trabajador narra su pesadilla desde la paralización de la empresa
Fabiola Sánchez
LA PRENSA
«He pensado en matarme, pero reflexionó y sé que Dios aprieta, pero no ahorca», fuerte y muy lamentable fue la declaración de su sentir de un obrero de Altos Hornos de México, quien está enfrentando una complicada situación ante la crisis económica y la separación de su matrimonio.
La crisis que está agobiando a las familias de los obreros está cobrando estragos, causando depresión, ansiedad, problemas de salud mental y adicción, que ha llevado a la ruptura de matrimonios tal este uno de cientos de casos que hay el de trabajadores.
Decidió mantener su anonimato por temor a las burlas y malos comentarios que esto pudiera ocasionar, lo cual complicaría aún más su depresión.
En sus ojos se reflejaba el sufrir del obrero, quien relató que fueron treinta años de vida matrimonial, creando su patrimonio y familia por quien día a día luchaba por sacar adelante, arriesgando su vida en el interior de la empresa para llevar siempre el pan a la mesa y darles lo mejor a su esposa y sus hijos, pero lamentablemente la crisis de la empresa terminó no sólo con su empleo, sino se llevó a su familia.
«Mi esposa me dejó, se llevó a mis hijos, no sé nada de ellos, me dejó por lo mismo porque no hay dinero, no he comido, tengo el refri solo».
Relató que por días permaneció en casa y eso le ocasión una fuerte depresión que lo llevo a pasar por su mente en quitarse la vida, hasta que un día reflexionó y decidió salir en busca de empleo para poder recuperar a su familia, afortunadamente encontró a un buen amigo quien le ayudó a encontrar un empleo en una empresa local.
«Llegué a sentir que se me acababa el mundo, no podía con mi vida, era mucha mi tristeza y ahora poco a poco me estoy recuperando».