Por: Willem Veltman
Los antiguos indios que habitaban nuestro estado de Coahuila nos dejaron un legado de arte rupestre que aún se puede observar en áreas poco habitadas, donde nuestra “civilización moderna” aún no ha afectado la naturaleza. Se cree que los dibujos tenían propósitos mágico-religiosos, funciones de comunicación o un valor simbólico. El arte rupestre consiste de pinturas rupestres, y de petroglifos.
Las pinturas rupestres son manifestaciones artísticas prehistóricas que consisten en dibujos pintados en rocas, utilizando pigmentos minerales o naturales. Son una de las manifestaciones culturales más antiguas de la humanidad y se consideran un testimonio del imaginario de los primeros humanos.
Los petroglifos están grabados/picoteados en la superficie oscura patinada de las rocas, exponiendo el interior de color café claro de la roca. La palabra petroglifo proviene del griego petra («piedra»), y glyphos («grabado»). La técnica del grabado en la roca es con un objeto puntiagudo. La mayoría de los petroglifos en Coahuila están dibujados como líneas punteadas, rayas, y agrupación (“nubes”) de puntos. Los dibujos rectilíneos y curvilíneos son los más frecuentes, con líneas que van de 15 – 3.0 cms de ancho, y de 0.5 – 2 cms de profundidad. Han sufrido mucha erosión, y en general los más erosionados (antiguos) contienen las marcas más anchas y profundas. En estos casos, los detalles menos profundos se han erosionado, dejando solamente trazos muy tenues. Los instrumentos usados por los indios para picotear la superficie dejaron pequeñas impresiones cónicas, que indican puntas de herramientas que medían aprox. de 0.2 – 0.5 cms de diámetro; quizás piedritas, o astas de venado.
En abril 2023 publicamos en este mismo periódico un reporte sobre una visita de campo que efectuó nuestro grupo Arqueosaurios en el año 2002 a la hacienda de La Mesa de Catujanes, que años atrás pertenecía al gobernador Santiago Vidaurri. En tal ocasión pudimos llegar a conocer la tumba de don Santiago Vidaurri, además de las pinturas rupestres dejados ahí por los indios Catujanes.
Después de instalarnos en el patio de la hacienda, el grupo se dirigió hacía el extremo sur de la meseta, un risco a medio kilómetro al oeste del inicio de la pista de aterrizaje, y desde el cual se alcanza observar el pueblo de Candela en la distancia. En este risco, agarrándonos de raíces y protrusiones de roca, tuvimos que bajar unos pocos metros para poder llegar a un abrigo, de aprox. 30 mts. de ancho en el costado de la meseta, con una profundidad de 6-7 mts, creando así un espacio “techado” con mucha sombra, donde los indios Catujanes llenaron la pared con sus pinturas rupestres, de colores negro, rojo oxido y café. La calidad de las pinturas se ha mantenida en excelentes condiciones, gracias a la protección del techo del mismo abrigo.
En febrero del 2000 el mismo grupo de Arqueosaurios viajó hacía el Ejido “Las Esperanzas”, con el fin de explorar la sierra ubicada al este del ejido donde se había reportado presencia de petroglifos (petrograbados). A 3 km al NE del ejido se ubica un cañón ancho y abierto donde los indios antiguos anduvieron muy activos grabando gran cantidad de petroglifos. Procedimos a fotografiar y documentar (coordenadas con GPS) los sitios de los petroglifos, para su reporte formal posterior. Algunas imágenes se muestran como anexo.
~
Contribución de: Willem Veltman, con apoyo de socios Arqueosaurios A.C. (1997) ~ Luis Alonso Armendáriz Otzuka, Arnoldo Bermea Balderas, Juan Latapi O., José Mariano Orozco Tenorio, Francisco Rocha Garza, Luis Alfonso Valdés Blackaller, Oscar Valdés Martin del Campo, y Ramón Williamson Bosque.
Envíanos sus comentarios y/o preguntas a: [email protected]