Gracias a su reactor nuclear, podía viajar durante semanas sin tener que salir a la superficie. Esto era algo completamente nuevo en la década de 1950
Había una vez, en el vasto y misterioso océano, un sueño que navegaba entre las olas. Este sueño se llamaba Nautilus, un submarino como ningún otro. No era un submarino común, de los que necesitaban regresar a la superficie para respirar. No, Nautilus era especial porque tenía un corazón hecho de energía nuclear, lo que le permitía viajar más lejos y más rápido que cualquier otro submarino de su época.
Era un frío 21 de enero de 1954 en Groton, Connecticut, cuando Nautilus, el primer submarino de propulsión nuclear del mundo, fue lanzado al agua. Todo comenzó con una ceremonia llena de emoción y curiosidad. La señora Mamie Eisenhower, esposa del entonces presidente Dwight D. Eisenhower, tuvo el honor de romper una botella de champán sobre su casco, diciendo con una gran sonrisa: «¡Que tengas un buen viaje, Nautilus!».
El primer capitán del USS Nautilus (SSN-571) fue el comandante Eugene P. Wilkinson, un experimentado oficial de la Marina de los Estados Unidos. Wilkinson fue seleccionado por sus habilidades de liderazgo y conocimiento técnico para comandar este innovador submarino nuclear. Fue él quien, el 17 de enero de 1955, pronunció las históricas palabras «Underway on nuclear power» («En marcha con energía nuclear») al iniciar el primer viaje del Nautilus, marcando un logro en la historia naval y tecnológica. Su liderazgo durante los primeros años de operación del Nautilus fue crucial para el éxito de este proyecto pionero.
El Nautilus no solo era un submarino, ¡era un pionero! Gracias a su reactor nuclear, podía viajar durante semanas sin tener que salir a la superficie. Esto era algo completamente nuevo en la década de 1950, cuando los submarinos convencionales dependían de motores diésel y baterías que los obligaban a salir a respirar aire. Pero Nautilus tenía una misión: demostrar que la tecnología nuclear no solo era posible, sino que también podía cambiar el mundo.
La gran travesía del Nautilus
En sus primeros días, el Nautilus navegó con orgullo por las profundidades del océano, probando su capacidad de viajar a una velocidad y distancia nunca antes vistas. Imagina esto: podía alcanzar más de 20 nudos (unos 37 kilómetros por hora) bajo el agua y recorrer más de 40,000 millas, lo suficiente como para dar la vuelta al mundo ¡sin necesidad de repostar! Los marineros que lo tripulaban se sentían como exploradores, surcando mares desconocidos a bordo de una maravilla tecnológica.
En su interior, el Nautilus era un lugar fascinante. Aunque era un espacio reducido, estaba lleno de máquinas, radares y compartimentos secretos. Los marineros comían juntos, compartían historias y miraban los instrumentos que guiaban su camino. Pero lo que más les fascinaba era el reactor nuclear, un motor mágico que nunca se apagaba y les daba energía para todo.
En 1958, el Nautilus protagonizó su mayor aventura. Participó en una misión secreta llamada «Operación Sunshine». ¿Y cuál fue su objetivo? ¡Atravesar el Polo Norte bajo el hielo! Con sigilo y determinación, el Nautilus se convirtió en el primer submarino en alcanzar este logro histórico. El 3 de agosto de ese año, navegó por debajo del casquete polar, demostrando que los mares del Ártico ya no eran inaccesibles.
Un héroe de su tiempo
El Nautilus se convirtió en un símbolo de innovación y esperanza. Para los científicos, era la prueba de que la energía nuclear podía ser utilizada de forma pacífica y revolucionaria. Para los niños de la época, era un submarino de cuentos, como el imaginado por Julio Verne en «Veinte mil leguas de viaje submarino».
Con el paso de los años, el Nautilus sirvió fielmente a la Marina de los Estados Unidos. Fue un explorador, un protector y un maestro, enseñando a las nuevas generaciones de submarinos cómo ser mejores. Después de recorrer más de 500,000 millas en el océano, finalmente fue retirado en 1980.
Pero este no fue el fin de su historia. En lugar de quedar olvidado, Nautilus fue transformado en un museo flotante en Groton, Connecticut, donde todo comenzó. Hoy, visitantes de todo el mundo pueden subir a bordo, explorar sus entrañas y aprender sobre el submarino que cambió la historia.
Un legado que perdura
El Nautilus nos enseñó que, con ingenio y trabajo en equipo, podemos lograr cosas increíbles. Su corazón nuclear fue un recordatorio de que la ciencia tiene el poder de transformar el mundo, siempre y cuando la usemos con responsabilidad.Así termina la historia del Nautilus, el submarino que navegó por mares oscuros y profundos, iluminando el camino para el futuro. Y aunque hoy ya no surca los océanos, su espíritu sigue vivo en cada submarino nuclear que recorre las aguas, inspirado por el primero de todos.
N. de la R. La historia del USS Nautilus (SSN-571) representa un antes y un después en la exploración submarina y el uso de la energía nuclear con fines tecnológicos y militares. A continuación, se añaden datos complementarios para enriquecer la comprensión de este trascendental acontecimiento:
El contexto de la Guerra Fría: El desarrollo del Nautilus formó parte de la intensa competencia tecnológica y militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La capacidad de un submarino para operar sin necesidad de emerger era una ventaja estratégica, ya que permitía patrullas prolongadas y sigilosas, lo que complicaba su detección por el enemigo.
El reactor nuclear del Nautilus: Diseñado por un equipo liderado por el almirante Hyman G. Rickover, conocido como el «padre de la Marina Nuclear», el reactor utilizado era un prototipo del tipo S2W, basado en tecnología de reactores de agua presurizada (PWR, por sus siglas en inglés). Este sistema revolucionó la propulsión naval, al permitir que el submarino generara energía constante y confiable sin depender de fuentes externas de combustible durante largos periodos.
Los logros de la «Operación Sunshine»: El cruce del Polo Norte bajo el hielo fue una proeza que demostró la capacidad de operar en entornos extremos. En un momento en que los avances tecnológicos se exhibían como símbolos de poder nacional, el éxito del Nautilus reforzó la posición de Estados Unidos como líder en innovación militar.
El legado del Nautilus: Más allá de su uso militar, este submarino inspiró avances en la ingeniería y sentó las bases para los submarinos nucleares modernos, tanto estratégicos como tácticos. Actualmente, más de 140 submarinos de propulsión nuclear están en operación en todo el mundo, utilizados por países como Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido.
El museo flotante: Hoy, el USS Nautilus es una de las principales atracciones del Museo Submarino de la Marina de los Estados Unidos, ubicado en Groton, Connecticut. Este museo no solo preserva la historia del submarino, sino que también educa a las nuevas generaciones sobre la energía nuclear y su impacto en la tecnología naval. El museo recibe miles de visitantes cada año, interesados en recorrer las instalaciones del Nautilus y comprender su relevancia histórica.
Los costos y desafíos del programa: En términos de inversión, el programa de desarrollo del Nautilus costó aproximadamente 55 millones de dólares de la época, lo que equivaldría a más de 550 millones de dólares en la actualidad. Este esfuerzo involucró a miles de ingenieros, científicos y constructores navales.
En definitiva, el Nautilus no solo fue un logro técnico, sino un símbolo del ingenio humano y del espíritu explorador, similar a las historias de ficción que años atrás imaginaron submarinos surcando las profundidades del océano.