Por: Roberto Ulíbarri
LA PRENSA
Cada 31 de marzo, los trabajadores de las principales empresas mineras del país reciben un día de descanso en conmemoración de una de las tragedias más devastadoras en la historia de la minería mexicana.
Aunque erróneamente se le considera un «día festivo», en realidad, esta fecha marca el luto por los mineros caídos en la explosión de las minas 2 y 3 de Barroterán, Coahuila, ocurrida en 1969.
Según explica Horacio Domínguez, fue Napoleón Gómez Sada, entonces líder del Sindicato Minero, quien el 7 de abril de ese mismo año solicitó al secretario del Trabajo, Salomón González Blanco, que se declarara el 31 de marzo como un «Día de Luto Nacional» en honor a las víctimas de la tragedia. La petición fue elevada al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, estableciendo así un precedente para que las empresas con sindicatos otorgaran el día como asueto a sus trabajadores.
Sin embargo, este beneficio no se extiende a todos los trabajadores del sector. Aquellos empleados de empresas contratistas, mineras particulares y sin sindicato continúan laborando en esta fecha, sin el reconocimiento oficial del día de descanso.
«En años pasados, tomé este día libre sin saber realmente por qué. Hoy entiendo que fue otorgado, desgraciadamente, por la sangre derramada en aquellas minas y el dolor dejado en cada familia afectada», expresa Domínguez Ovalle.
El caso de la familia de María Macareno, esposa de Julio Ovalle Barboza, un minero caído en la explosión con ficha minera 633, es solo uno de los muchos ejemplos del impacto que tuvo esta tragedia en la comunidad minera.
Es importante destacar que, oficialmente, el Día Nacional del Minero en México se celebra el 11 de julio, fecha establecida en honor a la fundación del Sindicato de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana en 1934.