Don Juan González Villarreal, ejemplo vivo de liderazgo solidario en Parras; su historia es la de una vida dedicada a los demás
Por: Lucero Velázquez
La Prensa
PARRAS, COAHUILA. – Si algo define a Juan González Villarreal es su entrega sin condiciones a la comunidad de Parras. Hombre de palabra, de valores familiares sólidos y de una vocación social inquebrantable, ha construido una vida de trabajo, fe y generosidad que lo convierten en un referente humano y moral para el municipio.
Juan González Villarreal, nació el 16 de mayo de 1956 en El Carmen, Nuevo León, es hijo de Antonio Marcos González Villarreal y Ramona Villarreal Martínez, quienes llegaron a Parras en ese mismo año con la firme intención de echar raíces y labrar un porvenir. Lo hicieron con esfuerzo, dignidad y visión, marcando el camino que Juan seguiría con convicción y entrega.
Formado como Licenciado en Administración de Empresas, Juan heredó no solo la pasión por el trabajo, sino una tradición profundamente arraigada: la del cultivo y comercialización de nuez fina, una actividad que inició su abuelo y que su padre revolucionó al incorporar tecnología y maquinaria que automatizó procesos, incrementó la producción y generó empleos para decenas de familias de Parras. Esa vocación productiva sería el inicio de un largo camino de construcción comunitaria.
En 1979, con apenas 23 años, Juan se instaló en Parras en el comercio de su padre en la calle Ocampo, marcando el inicio de su participación en el tejido económico del municipio. Pero más allá del ámbito empresarial, su vida ha estado marcada por una vocación más poderosa: el servicio a los demás.
En el ámbito familiar, es padre de dos hijos: Juan Antonio González Arizpe y Jesús Alejandro González Arizpe, a quienes ha transmitido los valores que lo han sostenido a lo largo de su vida: el respeto, la gratitud, la responsabilidad y el compromiso con su comunidad.
Su compañera de vida es Dora Irma Múzquiz Ruiz, Maestra de profesión, quien no solo ha compartido la vida personal de Juan, sino también su pasión por servir. Es socia y dama activa del Club de Leones de Parras A.C. y también del Club de Leones Saltillo Nueva Tlaxcala, desde donde ha encabezado acciones de gran valor social. Además, se ha destacado por su labor en espacios de integración femenina, como el Club de Jardinería “La Vid”, del cual fue presidenta durante el periodo 2024–2025, promoviendo el amor por la naturaleza, la convivencia y el fortalecimiento del tejido social.
Uno de los capítulos más importantes en la vida de Juan González fue su participación en la fundación del Club de Leones de Parras A.C., organización que nació del deseo colectivo de transformar la ayuda espontánea en acción organizada, con visión, estructura y corazón. Club del cual ha sido presidente en dos periodos clave: 1991–1992 y 2012–2013. Asimismo, ha ocupado cargos como jefe de zona y jefe de región, siendo reconocido por su liderazgo empático y su capacidad para inspirar a otros.
González Villarreal comparte que junto a los demás miembros del club han impulsado campañas de salud visual, operaciones de cataratas, prevención del cáncer infantil, entrega de lentes reciclables a bajo costo, y distribución de despensas y ayuda directa a familias en situación vulnerable. Que su enfoque siempre ha sido incluyente: la ayuda llega sin importar credos, ideologías o posiciones políticas. Donde hay necesidad, él busca estar presente, agrego.
Uno de sus mayores logros fue gestionar —durante cinco años consecutivos— una subvención que permitió la creación de una clínica de servicios médicos gratuitos en Parras, un espacio que hoy representa alivio, esperanza y dignidad para decenas de personas.
Y no se detiene ahí. En fechas recientes, impulsó la ampliación de la guardería local, buscando brindar mejores condiciones para la niñez y apoyo directo a madres trabajadoras. Su visión del servicio abarca todas las etapas de la vida: desde el cuidado infantil hasta la atención médica de adultos mayores.
A pesar de estar en edad de retiro, Juan González Villarreal sigue trabajando con entusiasmo, disciplina y humildad. Coordina, escucha, propone, gestiona. Siempre está en movimiento, impulsado por una energía que proviene de lo más profundo: el amor genuino por Parras y su gente.
Con una sonrisa cálida, expresa; “Servir no es un privilegio, es un deber. Y cuando uno tiene las manos llenas de bendiciones, el corazón pide compartirlas”, dice con voz serena pero decidida.
Sus palabras son acción, son hechos visibles en cada jornada de salud, en cada despensa entregada, en cada proyecto comunitario que hoy mejora la vida de muchos. Lo que lo distingue no es el número de cargos que ha ocupado, ni el número de reconocimientos que cuelgan sobre la pared de su oficina, sino la huella humana que ha dejado en cada familia que ha recibido apoyo, en cada voluntario que ha encontrado inspiración en su liderazgo, en cada niño que ha sonreído gracias a un gesto solidario.
Y es que, en Parras, donde la historia se cuenta entre viñedos, arquitectura colonial y raíces profundas, hay también una historia silenciosa, tejida por ciudadanos como Juan, que creen en el poder de la empatía, la organización y la acción.
Porque hay quienes trabajan por su comunidad y hay quienes la transforman. Juan González Villarreal es de esos pocos que eligen vivir para servir, y que logran inspirar a otros a hacer lo mismo. Su legado no está escrito en piedra, sino en los corazones agradecidos que han recibido su apoyo.