Por Pablo Hiriart
Cumbre mundial para frenar a China
La lucha Estados Unidos-China ya comenzó y desconocemos cuál será el desenlace, sin descartar ningún escenario. Incluso el peor
MIAMI, Florida.- Joe Biden convocará para los días 8 y 10 de diciembre a una cumbre mundial por la democracia, y frenar el avance del autoritarismo.
Si el presidente de Estados Unidos habla en serio, necesita pensar en grande. O será una reunión inútil, vacía de contenido y edulcorada con demagogia.
No es necesario ser muy astuto para entender que Biden quiere un bloque de naciones comprometidas con los valores democráticos, que hagan causa común contra el autoritarismo chino.
La lucha Estados Unidos-China ya comenzó y desconocemos cuál será el desenlace, sin descartar ningún escenario. Incluso el peor.
China cuenta con aliados poderosos, como la Rusia de Vladimir Putin, que, a pesar de su escaso peso económico, sí tiene un arsenal nuclear superior al chino, y derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
También tiene a Irán, naciones europeas que fueron parte de la ex Unión Soviética, aliados en África y, muy importante, una presencia creciente en América Latina.
Ni los ciudadanos de Europa ni de América Latina tienen motivos suficientes para sentirse aliados de Estados Unidos.
El Plan Marshall fue hace muchos años, y en Latinoamérica se acumulan razones para simpatizar con China más que con Estados Unidos.
Durante su reciente viaje a Europa, Biden tuvo fuertes resistencias de Alemania y de Francia para firmar una declaración conjunta contra el autoritarismo chino.
En América Latina, los gobiernos populistas, que cada día son más, han recibido el respaldo económico y militar de China. Y conste que ninguno de ellos llegó al poder debido a una injerencia china ni nada que se le parezca.
Incluso, países que supondríamos en las antípodas ideológicas de China tienen más que agradecer a Xi Jinping, que a las recientes administraciones estadounidenses.
Chile está por concluir su esquema completo de vacunación contra el Covid, principalmente con vacunas chinas.
Los cuerpos de élite de las Fuerzas Armadas de Colombia y Brasil han recibido, del Ejército Popular Chino, instrucción militar en la jungla.
Estados Unidos, ¿qué ha hecho por sus aliados del sur?
Insultar, menospreciar, expulsar personas, separar a hijos de sus padres y encerrar a niños en jaulas.
¿Y ahora míster Biden quiere que haya cierre de filas contra el autoritarismo chino?
El ‘imperio’ abandonó su histórica ‘ciudadela’ y también a buena parte de Europa.
Por eso la cumbre por la democracia está destinada a ser un evento protocolario, sin utilidad alguna. Salvo que Biden piense en grande. Y que la clase política de este país se comporte a la altura del reto que significa China.
La historia suele dar ideas, pero hay que conocerla.
Hace poco más de mil 700 años, el emperador Caracalla tomó la decisión más audaz (y controvertida en Roma) en materia migratoria que se haya tomado jamás.
Irene Vallejo lo cita en su libro El infinito en un junco (una delicia cuya lectura sugiero): Caracalla decretó que “todos los habitantes libres del imperio, donde quiera que viviesen, desde Britania hasta Siria, desde Capadocia hasta Mauritania, adquirían a partir de ese momento la ciudadanía romana”.
Ahí hubo una razón, una enorme razón, para identificarse con Roma.
Nada de cuotas por países ni restricciones por motivos étnicos o religiosos. Todos, de la noche a la mañana, son ciudadanos de Roma, la patria común de una civilización.
(Claro, fue Caracalla, el hijo de un militar extraordinario: el emperador Septimio Severo, nacido en África, y de una mujer ambiciosa y brillante, originaria de Asia, Julia Domna).
¿Quiere Estados Unidos aliados que sientan como suyo el conjunto de valores que están en juego frente al autoritarismo?
Caracalla tuvo una idea para preservar la hegemonía de Roma.
¿Cuál es la de Biden para preservar la de Estados Unidos?
En estos días, el presidente intenta meter por la puerta trasera del Capitolio (a través del Presupuesto del siguiente año fiscal) la legalización de 11 millones de indocumentados que aquí viven, estudian y trabajan.
Muy buena medida, pero irrelevante para fines que trasciendan al tema migratorio.
Aquí hay 10 millones de puestos de trabajo vacantes, que no tienen con quiénes ocuparlos.
Es decir, aun si regularizaran a esos 11 millones de ilegales, quedan otros tantos millones de lugares de trabajo vacantes.
Hay estados de este país que necesitan, a gritos, migrantes (https://www.nytimes.com/2021/08/10/us/immigration-arkansas-population.html?action=click&module=Well&pgtype=Homepage§ion=US%20News).
Por supuesto que una medida así –ciudadanía estadounidense para todo latinoamericano o europeo que la solicite– traería problemas prácticos, aumento del arribo de migrantes y resistencias políticas internas.
Pero ningún problema es mayor para Estados Unidos y su liderazgo mundial, que China.
Seguramente hay mejores ideas para que latinoamericanos y europeos se identifiquen con este país y sus valores. Aunque tienen que ser de ese calibre. No menos.