El país de Medio Oriente ganó por 1-2 y se quedó con los primeros tres puntos del Grupo C
Entre las tantas palabras que nos heredaron los árabes hoy retumba el ‘ojalá’, ‘primero Dios’. En Medio Oriente es primero el de ellos, Alá, el que bajó al Lusail para convertir al equipo verde en una súbita marea que ahogó el favoritismo de la poderosa Argentina de Messi. Y era el fácil del grupo de México. Tumbaron 2-1 a la Albiceleste y su récord de 36 sin perder.
Messi saltó al campo con la responsabilidad de cargar el deseo mayoritario del planeta futbol para conquistar un Mundial, el último de su carrera. Pero se congeló ante el oportunismo de los saudíes en defensa, y en los latigazos que dieron la vuelta al marcador. La incongruente y fascinante lógica del gran torneo que no respeta jerarquías.
La Scaloneta arrancó a tope, una y otra vez creó frente al marco rival, la marca invicta no estaba amenazada. Pero tuvo que ser con un polémico penalti: agarrón a Paredes en tiro de esquina al minuto 6. Leo transformó y pintaba goleada. Festín posterior de celebraciones sudamericanas anuladas: fuera de lugar de Messi y luego de Lautaro. Ni un remate asiático.